Perú sombrío

¿Cómo un niño con talento puede llegar a prisión?

Se puede comparar a Oscuro, del peruano Juan Carlos Delgado, con una gran avenida con carriles a dos manos. Como las calles, esos dos cursos son paralelos pero corren a contramano del otro. Así, el prólogo de la historia a cargo de Julisa Espinoza Bedón (de la web de arte peruano ArteCorpus, parece destinado a quienes no leen historieta y ni tan siquiera están familiarizados con sus códigos de lectura, mientras que la obra en si misma parece cualquier cosa menos una que apunta hacia el neófito en la materia, merced a su guión complejo y la cuidada aplicación de saltos temporales en la narración.

Por otro lado, el realismo y la crudeza que trasmite el dibujo se da de bruces contra el evidente uso de apodos para los personajes, que parece transformarlos en una galería de contactos del MSN.

En esas contradicciones, Delgado construye sistemáticamente una historia personal de infortunios, un relato sobre caídas y dudosas recuperaciones. La mirada se centra en Oscuro, el personaje que da nombre al libro digital, que se distribuye gratuitamente en la web del autor lo mismo que sus otras producciones anteriores.

Oscuro narra el derrotero de la vida del protagonista, desde su infancia abandonada hasta las múltiples pruebas a las que los hados lo someten. Amores, crueldades, odios, vicios, religión y drogas. El estrellato y el vagabundeo, todo ello encuentra lugar en el transcurso de una vida interesante.

Historia de vida narrada a los saltos entre la primera persona y la simple exposición de las escenas, entre las diferentes etapas de la vida del protagonista, y a los saltos emotivos entre los momentos que marcan su existencia, Oscuro muestra los lados siniestros de la inspiración y de los artistas que explotan sus traumas para crear, pero también denuncia la falta de contención que puede hacer perder el rumbo a alguien.

De dibujo correcto y eficaz, dúctil a la hora de simular movimiento, Oscuro llama la atención por sus escenas rabiosas y su nihilismo: nada tiene sentido, excepto el arte.