Costumbres de los editores

… o cómo mezclar un balance de la primera mitad del año, un encuentro con editores francoparlantes de Quebec, Canadá, y algunas ideas sueltas (y que quede más o menos coherente y legible para una jornada electoral). Y disculparán que, para cambiar un poco, esté escrita en primera persona.

Una opción para vender derechos, ¿debería hacerlo la historieta?

El miércoles llegué tarde a una charla. Mis mañanas son muy complicadas por compromisos laborales irrenunciables, así que cualquier asunto debe esperarme por lo menos hasta las 11.30. Fue el caso del encuentro con una misión comercial de editores de Quebec, de la región francófona canadiense. Llegaron al país hace unos días y deseaban conocer el mercado editorial local. Algunos buscaban poesía, otros ficción para adultos, varios vender derechos y muchos otros, adquirirlos. Desde el programa Opción Libros (que depende de la Dirección de Industrias creativas y Comercio exterior, del Ministerio de Desarrollo Económico porteño) invitaron a Leonora Djament para hablar del estado de la literatura para adultos, a Natalia Méndez para dar un panorama del sector infantojuvenil, y a quien suscribe para contar qué es esto de la historieta argentina. Sabiendo de mis demoras estructurales, mi intervención fue la última programada.

Para los canadienses, esta charla apenas informal funcionaba a modo de inmersión en el mercado local. A los tres ponentes nos servía como puesta a punto para la charla que brindaremos en conjunto en las Conferencias Editoriales de septiembre (si son como el año pasado, se transmitirán en vivo por Internet vía streaming, ya avisaré).

Fue una buena experiencia. Del lado de los canadienses hubo un módico interés en la historieta, reconocieron algunos de los nombres que se mencionaron y, sobre todo, preguntaron dónde podían encontrar la producción comiquera local lanzada en los últimos tiempos. Ese costado estaba (bien) cubierto por los gestores de la charla, a través del Catálogo de Editoriales Independientes y una guía de librerías porteñas.

De mi lado fue una experiencia fructífera, que me obligó a pensar mi intervención desde un punto de vista netamente industrial, y no sólo artístico u orientado a un público más amplio. Sentí con dureza la falta de estadísticas del sector que ocupa Cuadritos, pero también me dio perspectiva saber que en el campo de la edición en general esas cifras tampoco existen. La charla, las preguntas a las dos panelistas que me antecedieron y las que me formularon me permitirán ajustar mejor la próxima intervención.

Cuando llegué, lo primero que escuché fue a Djament brindando datos demográficos de Argentina, desde la cantidad de habitantes hasta porcentajes de alfabetización, sumando volúmenes de producción y porcentajes de estos dedicados a cada sector. Con mis cifras provisorias y armadas con la única ayuda de mis registros, empecé a transpirar.

La clave, intuí rápidamente, iba a pasar por señalar aspectos cualitativos del campo. Los números, al cabo, son muy simples. Las cifras de 2009 y 2010 ya son conocidas por los lectores de Cuadritos, que las conocieron en los respectivos informes de fin de año del sitio. En 2009 se publicaron 75 títulos de autores argentinos y al año siguiente la cifra llegó a 83. En lo que va de 2011 la cantidad está en los 47, pero hay que considerar que es un número provisorio, que aún resta chequear con los editores, y que surge de los libros y revistas que efectivamente recibí, que tuve en mis manos brevemente o los que sé a ciencia cierta que fueron publicados. Desde un punto de vista de derechos de publicación, esto supone una enorme cantidad de obra pasible de ser comercializada.

Algo más sobre estas cifras cerca del final del artículo.

Cada año se suman nuevos sellos con la etiqueta "historieta" al catálogo

Hay 25 editores (al momento de la charla no había contabilizado algunos y mencioné sólo 22) que publican historieta con cierta regularidad y la mayoría se dedica exclusivamente al rubro. Con excepciones, casi la totalidad de estos sellos son pequeños y se concentran en Capital Federal y Gran Buenos Aires, aunque hay experiencias destacables en Córdoba y Patagonia. Su formación es diversa, pero no abundan quienes tienen estudios formales en el tema o tienen experiencias previas en editoriales ya establecidas. La mayoría aprendió sobre la marcha y de sus propios errores, surgiendo incluso por un proceso paulatino de profesionalización de lo que originalmente era simple autoedición.

Además, el proceso desencadenado en los ’90 con la desaparición de la industria incluso hizo que el autor aprendiera gran cantidad de conceptos de publicación, edición e impresión, algo que lo vuelve parte activa del proceso de creación del libro.

Durante la charla mencioné y abundé sobre otros aspectos: el cambio de paradigma y reconversión de la industria, del esquema sólo-kiosco/revista al mixto con libro/librería/local especializado, el creciente circuito de festivales especializados y los espacios ganados en Ferias del Libro, la mayor presencia mediática, las acciones estatales (aún inorgánicas) de apoyo a la historieta, y el trabajo de las escuelas del medio como usinas formadoras de profesionales, y de la práctica de los artistas locales en áreas como el diseño y la ilustración.

Unas pocas reflexiones sobre las cifras

Cuando me encontré con el «47» como cantidad de títulos de autores argentinos publicados en lo que va del año, sentí cierta desazón. En siete meses la cifra era un 56% de lo publicado en el año anterior, lo cual no hablaba de crecimiento, sino de paridad o estancamiento. Pese a esto, algunas consideraciones ponían paños fríos a la pequeña señal de alarma.

Es cierto, claro, que algunas editoriales retrasaron muchos de sus lanzamientos (caso LocoRabia) y que muchas otras publicaron más material de autores extranjeros que no cuentan para esta cifra (como es el caso de Común, De la Flor y de OvniPress con su excepcional trabajo con la línea de cómics Marvel). Pero también es cierto que este año la actividad ferial fuerte se concentró en estos primeros siete meses (con Crack Bang Boom y ambas Ferias del Libro), y que a excepción del Animate en noviembre, resta ver el impacto comercial del próximo Viñetazo y del nuevo evento mendocino (Unicomix).

Otra consideración es que la auténtica «actividad» editorial no comienza hasta marzo/abril, pues los meses de verano tienden al sopor.

¿Bastaba esto para brindar optimismo?

Decidí cotejar datos firmes. Los de 2010, por ejemplo, cuando sí desglosé por etapas. El primer semestre de 2010 se publicaron 34 títulos de autores argentinos. Si el año culminó con 85 títulos publicados, esto señala que sólo el 40 por ciento de los títulos vio la luz en el primer semestre.

Es decir que el primer semestre es el «débil» de la industria, y que todavía quedaría lo más fuerte por venir. ¿Superarán las cifras de 2011 las del año pasado? Difícil decirlo, pero si la tendencia se mantiene, es muy probable. En cinco meses tendremos la respuesta. Mientras tanto, a pulir los datos para la presentación en las Conferencias Editoriales.