Zalazar, él, y él mismo

El juego con su yo-interior, uno de los elementos claves del trabajo de Zalazar

Cuando el blog colectivo Historietas Reales nació, pocos conocían a Fabián Zalazar. No había pasado la experiencia de los fanzines unos años antes y su hoja de ruta como humorista apenas incluía un paso por un semanario quilmeño y otro por el sitio PortalComic. La única entrevista que le habían hecho al respecto, incluso, jamás había llegado a publicarse. Sin embargo, en esa nota malograda conoció a Max Aguirre y a Mr. Exes, quienes poco tiempo después lo convocarían para sumarse al portal inaugurado por Federico Reggiani. Seis años y más de 300 tiras después, Zalazar puede jactarse de tener una asistencia digital perfecta que ninguno de sus compañeros ostenta y una puntualidad asombrosa: publica cada lunes su tira Yo, conmigo a las 00.03.

Aunque el paso por HR no le abrió tantas puertas como a sus compañeras, él asegura estar más que satisfecho con la experiencia. Un libro recopiló muchas de sus tiras hace algunos años y –anticipa– probablemente habrá otro (con el resto de sus trabajos en otros medios) el próximo año. Califica el proceso de estos seis años como “generoso” y sonríe pícaro.

“No sé cómo hice. No pensaba llegar ni a la décima, pero después que pasás la 100 ya vas en piloto automático y a esta altura ni sé cómo sería no hacerla”, confiesa. Todo es cuestión de método, reflexiona y cuenta que dedica los domingos a dibujar siempre que no haya “resaca o que salir”, en cuyo caso acomoda los tiempos y se sienta a trabajar viernes o sábado. “Pero generalmente es el domingo a la mañana y ya llego con la idea, que se hace en el colectivo, en el baño, en la ducha, pero nunca pensando quieto, las ideas vienen con el tránsito”. Con la idea en mente, lo que sigue, asegura, es mecánico. “Sentarse y dibujar tranquilo, mientras tomo algo”.

Diez años atrás no se imaginaba eso. Cuenta que “truló” con la historieta francesa. “Spirou y toda esa cosa, ahí me dio ganas de hacer”. Copiaba o dibujaba, e incluso recortaba sus propios dibujos y los usaba a manera de muñecos de papel. “Y tenía 11 o 12 años cuando Ediciones Record sacó el Eternauta a color, y ahí trulé de vuelta”, recuerda. Sus comienzos fueron auspiciosos, con alguna mención en concursos de la revista Skorpio. “Me recibió (Juan) Zanotto, me decía esta composición está buena, ¡pero yo quería saber si me iba a publicar algún día! Y si a mí me das a entender que no, yo me doy por vencido, en esa época, ahora más o menos”. La misma experiencia la pasó con la vieja Fierro.

La tira de HR fue recopilada por la extinta Domus Editora

“Me iba a casa pensando no sirvo, ¡pero seguí laburando, hijo de puta! Así que abandoné la historieta, fácil, por 10 años. No hice más una viñeta. Me puse de novio. Durante una década, entre los 20 y los 30, constantemente de novio, con noviazgos largos, ¿eh? Incluso estuve a punto de casarme. Una locura infernal. Pero salí airoso de todo eso”. En los fanzines tampoco se metió, básicamente por fiaca. “Hacerlo, venderlo, repartirlo vos, ¿cuántos me iban a leer? ¿Cinco tipos? Se los meto a mis amigos que son más y listo. Pero tampoco dibujaba”.

Hasta que, en el 2000, quiso tirarse a la pileta. Dejó su trabajo y empezó por las suyas. Pero claro, al 2000, siguió el 2001 y con él, el desempleo. Se acordó de dibujar y pronto llegó al semanario quilmeño y a PortalComic.

El nombre de la tira sugería, en los comienzos, el eje formal del chiste: el encuentro de Zalazar con su propia conciencia, o con su yo interior. Y no se dirá que tenía tintes freudianos, porque el autor trabajaba el asunto desde otros extremos. En varias tiras, por ejemplo, un montón de zalazaritos intentaban contener la lengua del autor-personaje que, irremediablemente, soltaba alguna procacidad en presencia de una chica. Esos juegos, sin embargo, fueron abandonados lentamente. “Ahora a veces lo hago, igual, vuelvo a hablar conmigo, a amigarme conmigo y con mis monstruos internos”, señala.

“Todos tenemos, una parte en conflicto que va para otro lado, o que te empuja a hacer algo que no querés”, considera, “sino te estancás. Si siempre le hago caso a este yo mío que siempre me dice no, no salgo ni de casa”.

En el proceso de cambio de la tira, Zalazar incorporó la infancia como un elemento más para la construcción de su yo-personaje. “Fue una época de mierda para el país, pero yo vivía inconsciente de esa realidad y fui feliz, para mí fue bárbara”, reconoce y apunta también a su propia vida. “Cuando se te acaban las anécdotas del presente, hay que ir un poco hacia atrás a ver qué se rescata, yo tengo buenos recuerdos de mi pasado, fui un niño feliz, a pesar de este resultado”, ríe señalando sus casi 43 años.

"Las ideas vienen con el tránsito"

Tampoco se pelea tanto con los electrodomésticos. “Vengo perdiendo la batalla y ya no soy tan aventurado”, confiesa. Hacía reír seguido a sus lectores con sus tropiezos ante la tecnología que intentaba arreglar (no siempre con buenos resultados, lo que generaba la natural identificación de sus fieles). “Pasa que las últimas veces rompí cosas que son caras, entonces prefiero pagar a alguien que sepa, ¡no podés destrabar un cooler con un alambre! ¡Menos andando! Y lo hice. Así fundí muchas cosas, entonces no toco más. ¿Se rompió? Lo agarro y así como está tome, señor, arréglemelo”. Su formación en escuela industrial y como maestro mayor de obras, admite, se desvaneció con el tiempo. “Antes te podía construir una casa desde los cimientos”. Ahora, en cambio, traza sus límites en un enchufe arreglado, un cuerito (si cierra el agua primero) y hasta en pintar un pared.

En lugar de todo eso, Zalazar prueba últimamente con un formato de doble tira. Propone dos chistes relacionados por tema o título en común. Sin embargo, confiesa, no se trata de ninguna pirueta formal para impresionar a las damas. La explicación es mucho más prosaica: “a veces tengo una idea y me queda corta. Y no da. Una idea de tres viñetas, ¿cómo hago para estirarla a seis? Así que me digo ¡no seas ladrón, hacé otra! Y hago dos tiras. Otra más, que tiene que ver con la anterior. Y sale con fritas”.