Publicado en Página/12. Como es la habitual sección de crítica de historieta, también hay pequeñas reseñas y la columnita de noticias: argentinos en el Eisner, las primeras preventas y Perramus como premio Alija.
Multiplicación de mutantes
Los dos tomos publicados en la Argentina por OvniPress se sostienen en aquello que hizo grande en primera instancia a los mutantes de Charles Xavier: el buen manejo narrativo de los guionistas para hacer foco en los conflictos humanos de los personajes.
Si algo enseñó Volver al futuro, es que los viajes en el tiempo son peligrosos. Que al saltar al pasado cualquiera puede alterar la vida de una ciudad chocando en la esquina equivocada y que quizás es mejor no conocer a papá y mamá antes de su primer beso. Claro que el clásico de Robert Zemeckis no parece existir en el universo de los comics mutantes, así que esa es una lección que los X-Men jamás aprendieron. Eso lo atestiguan muchas de sus mejores historias (incluyendo Días del futuro pasado, pronta a llegar al cine) y lo repiten constantemente las múltiples iteraciones temporales en X-Men: La batalla del átomo, que recientemente editó en la Argentina OvniPress. Los dos tomos publicados por el sello local recopilan la saga que en Estados Unidos Marvel Comics espació entre All-new X-Men, Uncanny X-Men, Wolverine & the X-Men y los dos números especiales de Battle of the Atom.
X-Men: la batalla del átomo es una saga prototípica en muchos aspectos. Por un lado, porque se sostiene en aquello que hizo grande en primera instancia a los mutantes de Charles Xavier: el buen manejo narrativo de los guionistas (en este caso, Brian Michael Bendis) para hacer foco en los conflictos humanos de los personajes, antes que en el villano de turno o el siempre inminente fin de la existencia. Desde luego, aquí existe la sombra de un futuro aterrador, pero todas las disputas son hacia adentro de los distintos grupos mutantes. O mejor dicho, hacia adentro de los muchos grupos de X-Men de distintas eras que pululan en esta historia.