
"El historietista cambia palabras por dibujos", asegura Oswal
«¿No se estará haciendo mucho?», pregunta Oswal aún antes de que se encienda el grabador. «Tanto evento, tanta actividad, ¿no habría que parar un poco la mano?», reflexiona, a punto de cumplir 77 años. Osvaldo Walter Viola prefiere parar la pelota y hacer algunos apuntes sobre el medio. El papel del guión en la historieta, el del dibujo, su desinterés por las exposiciones (y por qué aceptó la que ocupa ahora en la sede palermitana de la Alianza Francesa en estos momentos -Billinghurst 1926, Capital Federal-), la influencia de Dickens y el trabajo de la metáfora sonora en el dibujo.
Ediciones de la Flor acaba de reeditar Sónoman, su primera creación propia, que data de 1966. Un personaje publicado hasta 1975 en la revista Anteojito que tenía poderes «músico-mentales», y que luego tuvo algún fugaz regreso al papel. Vista a la distancia, era una historieta de enorme dinamismo dotada de un dibujo increíblemente moderno, que ponía a su autor en la vanguardia narrativa de su época. Sin embargo, para este historietista la auténtica clave del cómic no está en el dibujo, sino en el guión.
«Vos ves mis dibujos, ¿qué tienen de extraordinario? Si así dibujé toda mi vida», cuesiona los elogios que recibe, «el asunto es a dónde quería llegar yo, ¿conseguí la mitad de lo que quería? Una vecina me dijo una vez que hay que tener la modestia de la violeta, que es la flor más modesta, pero al mismo tiempo sabe que es flor, y eso me quedó grabado toda la vida». Un dibujante, considera, tiene que ser conciente de sus capacidades, pero siempre aspirar a más. «Caminamos hacia el horizonte y el horizonte se aleja. Cuando no lo entendés te desespera, eso me ha pasado, pero cuando lo comprendés es una suprema felicidad, aunque sabés que no lo vas a alcanzar nunca».
Para el dibujante, sin embargo, la cuestión central está en otro lado. «¿Cómo puede un país olvidar a sus narradores?», se inquieta el creador de Sónoman. «Eso también tiene que ver con su economía», puntualiza. Y aunque admira la figura de Héctor Germán Oesterheld por «traer la aventura a nuestro mundo», prefiere rescatar el trabajo de otros colegas, como Yaqui, o Albiac, que llevaron su imaginación por lugares lejanos. «Esos mundos que puede proponer la historieta son en sí mismos formidables», explica, «porque la historieta en verdad no es dibujo, sino narración, cuento, historia». Para Oswal no existe buena historieta sin buen libreto. (more…)