Cabello color sangre

Una pelirroja sexy y ciudades intensas, buen cóctel para la acción

La pelirroja salta de aquí para allá. Corre entre la gente y elude a los agentes de seguridad que la persiguen. Por la portada y el título, el lector puede intuir que es la protagonista: Anna Mercury. Como en la primera miniserie del personaje, en esta segunda aventura Warren Ellis (Transmetropolitan, Planetary) evita dar toda la información desde el comienzo: ningún soliloquio, ni cuadros de texto acompañando los planos generales. La clave, se intuye desde el comienzo, pasa por la acción y la gestualidad de los personajes. Los qués y los por qués se irán viendo en el camino. El relato está magníficamente retratado por el argentino Facundo Percio y publicado en Avatar Press, con lo quese repite el equipo creativo de la primera entrega.

Ellis sigue con sus diatribas en torno a la tecnología y su impacto en la sociedad. Ahroa el núcleo del argumento parece ser el control estatal (Mercury se infiltra en una ciudad-sonda espacial plagada de cámaras de vigilancia) so excusa de una manifiesta amenaza exterior: el «ultraspacial dreadnought Vanaheim», una suerte de gran barco galáctico lleno de vikingos (literalmente). El escritor parte de la ciencia ficción y pasa fuertemente al pulp en cuestión de páginas, para construir una distopía tecnológica con amplias libertades a la hora de dejar volar la imaginación.

Acción y gestualidad, las claves de Anna Mercury

La narración de los dos números de esta nueva miniserie aparecidos hasta el momento es excepcional. Las páginas vuelan entre los dedos al ritmo de la acción y los contrapuntos entre cada personaje. Apenas un par de viñetas se vuelven lentas, cuando el guionista incluye demasiado diálogo en momentos en que sus personajes advierten que cuentan con poco tiempo.

Estas pequeñas fallas las compensa el dibujante, que domina con precisión los rostros de los personajes, y en especial los de la protagonista: cuando Mercury arranca un caño, es posible verle el esfuerzo en la cara, y cuando atisba sobre su hombro a sus perseguidores, se le ve el temor en los ojos. Apenas decae un poco el trabajo en algunas viñetas puntuales, en que la cara queda tomada desde un ángulo difícil.

La vigilancia, en el primer plano de la historia

Esa misma precisión gestual se reproduce en los «extras», cuando les toca la ocasión de aparecer en primer plano (en la imagen de la izquierda puede verse), sea porque los disparos vuelan cerca o porque la heroína misteriosa les saca de las venas sangre del mismo color que su cabello.

El trabajo de Percio en la primera miniserie de Anna Mercury -su debut en la industria norteamericana- fue justamente elogiado por la crítica estadounidense, tanto por su capacidad para plasmar sensaciones en los rostros de los personajes y como por la densidad de sus planos generales, que transmiten muy bien el ambiente. En este segundo relato, los elogios vuelven a merecerse y al final del segundo número, cuando la protagonista grita «fuck you, viking», ciertamente dan ganas de leer el tercer ejemplar.