Una que suframos todos

Una crítica al modo actual de hacer historieta en España

“Debes hacer una novela gráfica, así, como se estila ahora, sobre alguien socialmente desfavorecido”, espeta su editor a Gus Pena, aspirante a estrella del mundillo historietístico español. Y el muchacho se desespera, porque vamos, no tiene disciplina (jamás sabemos si tiene auténtico talento), no ha hecho aún nada relevante en su (inexistente) carrera y puestos en exigentes, tampoco tiene ni perra idea de qué inventar ante semejante encargo. Así arranca Otra puta novela gráfica, de Jorge de Juan, publicada en España por La Cúpula, a comienzos de este año que ya se termina.

Con ese punto de partida y una semana de plazo para su protagonista, el autor construye un potpurrí de situaciones que lo llevan a ironizar sobre ciertos lugares comunes de la sociedad española y también del entorno de los tebeos. Cada jornada Gus Pena intenta encontrar una poca de inspiración para enviar un guión a su editor y cada día, por supuesto, el hombre sale derrotado.

En lo que hace al mundo de las viñetas ibéricas, el tratamiento es más previsible: el manga con ventas en picada, la caricatura de un editor completamente colocado (que esnifa tanto como viaja con LSD), la mina linda dedicada al cómic autobiográfico, los frikis orgullosos de serlo en los salones del cómic y el manga (y toda la galería allí, desde trekkies hasta gothic lolitas pasando por muchachos con cuernos de titanio implantados). Aunque esto tiene algunos pasajes simpáticos, no es muy original ni causa mucha sorpresa. Es mucho más interesante poner el ojo sobre lo que De Juan cuenta sobre la sociedad española.

El arte de vanguardia, también en la picota de De Juan

Ahí la galería de personajes se vuelve más variada, aunque igualmente caricaturesca. La primera idea de Pena es acudir a su hermana, quien –él cree- fue echada de casa por su orientación sexual. Y no, resulta que su hermana se fue de buenas con los viejos y que más allá de una novia particularmente celosa y posesiva, o la falta de trabajo, la suya no es una vida más “socialmente desfavorecida” que la del resto. También se reencuentra con un compañero del instituto, un ecuatoriano que solía vivir hacinado como inmigrante, pero ahora es un rico empresario de moral conservadora hipócrita y que desprecia a “los sudacas”. Gus sale por las patas de esa.

Luego acude a una inmigrante cubana que cuida ancianos. Pero la mulata le encaja al viejo senil y arma tamañas juergas en su departamento. Otra idea al traste. Sus intentos siguen por el tugurio de yonkies del barrio de su infancia. Allí, sí, encuentran a toda la fauna que recordaban,  pero reconvertidos en artistas vanguardistas (que siguen sin tener idea de nada, ya, pero famosos y con dinero). Lo curioso es que con todo esto, queda flotando en el libro cierta sensación de que el autor llama a dejar de preocuparse tanto por los “sectores desfavorecidos” y olvidar los “dramas sociales”.

En lo gráfico, De Juan presenta un dibujo abigarrado con fuerte anclaje en la caricatura y el grotesco, y muy influenciado por Peter Bagge (Hate). Las viñetas están profusamente textuadas, pero fluyen con mayor facilidad de la que se intuye a primera vista. Eso sí, los cuadritos pueden estar tan cargados por momentos que el ojo termina cansado, así que es conveniente darse un respiro en la lectura cada tanto. Es un libro correcto, pero está lejos de ser imprescindible dentro del panorama español.

Los editores no podían faltar entre los objetos de burla

***

Ficha Técnica

Otra puta novela gráfica

Guión/Dibujo: Jorge de Juan

Género: humorístico

Editorial: La Cúpula

Lanzamiento: enero 2012

Origen: España

Páginas/papel: 116, 24 x 17 cm.