El Bonete de Decur

Bonete reune a destacados historietistas de la corriente más "existencialista"

Guillermo Decurgez, más conocido como «Decur», es un historietista intimista. De los que cuentan sueños, anhelos y desazones. Él, además, los narra bonitos. Hace algunas semanas lanzó una revista digital: Bonete, guiada por principios de libertad creativa y la busqueda de voces interiores.

La publicación es particular por varios motivos. Desde lo formal, porque avanza en algunos sentidos en pos de una «revistización» de lo digital. Por un lado, cada entrega supone la creación de un blog enteramente nuevo para visualizarla. Así, el primer número puede verse en esta dirección, pero el siguiente debe leerse en esta otra. De ese modo, cada nueva dosis supone un producto distinto y separado, unido en un continuo laxo, vinculado por el nombre y una estética, pero no por el (exactamente el) mismo soporte material.

En el mejor de los casos, la revista como entidad cuenta con un sitio oficial, pero su lectura debe hacerse en espacios independientes. Así parece buscar una ruptura rompe con el paradigma del folletín, hasta el momento dominante en la blogósfera comiquera nacional.

Curiosamente, Max Cachimba resulta el más tradicional del grupo

Por otro lado, y sobre todo en los trabajos del autor/director de la revista, las historietas no llegan con un formato prefijado, como puede (debe) suceder en una revista-papel por las mismas imposiciones que este material le genera. El relato onírico de Decur en el segundo número, por ejemplo, cambia de formato sus páginas varias veces a lo largo de la narración. Abre con una página vertical, sigue con algunas horizontales, intercala más verticales, nuevamente apaisa el dibujo y remata con una última vertical. Esta lectura sólo se puede sostener limpiamente en la pantalla.

Llevar estos relatos al papel obligaría al lector a girar la revista (o su cabeza) para poder leer las páginas, incomodando su acceso. Liberado del papel, Decur explora -como por ahora ninguno de sus compañeros de staff hizo- las posibilidades expresivas de lo digital. Que cada página sostenga la narrativa que necesita en su propio formato, sin preocuparse por la página anterior ni por la siguiente.

En su experiencia acompañan a Decur unos cuantos nombres ya largamente probados en las lides de la viñeta: Liniers, Tute, Max Cachimba, Troche y el excepcional humorista chileno Alberto Montt. Todos dueños de estilos personales y reconocibles, que generan devoción incondicional entre sus lectores.

Si cabe, aquí Liniers es aún más existencialista que en Macanudo, y hace de su Bocetolandia no ya un recurso, sino una sección en sí misma. Montt sigue el mismo camino, pero se concentra más en la ilustración. Tute es irresistiblemente Tute, con la misma emotividad visceral con que desgrana sus páginas dominicales en La Nación Revista. Troche despliega sus exquisitos conceptos gráficos (hasta el momento, concentrados en la música). Su imagen de un intérprete barriendo notas musicales para devolverlas a la caja de una guitarra es brillante.

En cambio, sorprende un poco Cachimba, el único del staff que ofrece un relato continuado (Aventuras de un pez espada), de factura mucho más tradicional a la que acostumbró a los lectores de Fierro. Es más, es el único rincón de la publicación que podría asimilarse al folletín. Como si en la revista editada por Página/12 estuviese preocupado por pararse en una posición rupturista y en Bonete se relajara, dispuesto a contar una historia fantástica y marcada por su propia impronta, pero de corte clásico al fin. Un claro contraste con los demás convocados, que traen propuestas -a falta de palabra más certera- vanguardistas.

En resumen, Bonete no propone grandes relatos, ni tiras hilarantes. Presenta un colectivo artístico enfocado en los dibujos bellos, cuentos oníricos y páginas reflexivas. Resta ver qué trayecto recorrerá, pero bien podría convertirse en el exponente digital central de esa corriente expresiva, que hoy cala hondo. Como tal, vale la pena mantenerle un ojo encima.