Apostar a ganador

Una serie de cuentos gráficos de buena factura, pródigos en climas

El azar es cosa hecha. Los tahúres eligen ignorarlo, como si cerrando los ojos el croupier fuera a favorecerlos al soltar la pelotita blanca, como si en algunos paños cartearse no fuese casi imposible. Cuestión de fe, dirán los apostadores, obviando que no es lo mismo la quiniela que se levanta en el kiosco de la esquina que la suerte de alquiler en salones de distinta laya. En la timba muchos pierden la vida, aún cuando sale su número. En Negro el 10, a veces ni siquiera gana la banca, sólo el lector.

El libro está guionado por Santiago Maisonnave y dibujado por Iñaki Echeverría (Sátira/12, Ciudad Jardín en Fierro). Fue editado por Manoescrita y reúne una decena de relatos cortos, cuentos gráficos en torno a la muerte de transas, criminales de categoría difusa y almas perdidas de sí mismas. Muertes violentas y a menudo solitarias. Y no es que se trate de suicidios, o que nadie pueda (o quiera) asistir al finado. Ni siquiera es que –al cabo– todos hacemos el trayecto al otro lado sin compañía. Son muertes solitarias porque todos han abandonado a estos personajes parcos y de moral en cuestión (en el mejor de los casos). A veces se mueren porque no tienen con quien ser.

En última instancia, las muertes que proponen Maisonnave y Echeverría son las de tipos que caen en su ley. Acaso por eso es más fácil llamarlas “muertes” que “crímenes”. “El que a hierro mata, a hierro muere”, sugiere el refranero popular, y quizás también haya algo de esto en Negro el 10. Una suerte de lógica cósmica, de karma circular, de puesta en paz con lo medular de ciertos recorridos y elecciones de vida.

Echeverría no necesita sobrexigir los negros para marcar el tono

Negro el 10 es, sobre todo, un libro de climas. Aires construidos desde el dibujo y desde el guión. Pensados a partir de pequeñas historias. Se trata de anécdotas de últimos instantes que –el lector se permite suponer a partir de los primeros cuentos– condensan la vida de quienes están por morir. Maisonnave concentra en el cuchillo asesino toda la vida de las víctimas, logrando una rara intensidad.

La otra parte del trabajo se la pone al hombro Echeverría, a fuerza de tintas bien calculadas. Es un típico trabajo de áreas blancas y negras disputándose el papel, con la salvedad de que aquí el blanco gana la batalla más que de costumbre. Como si la tinta china no hiciese falta para reflejar la muerte o la sordidez. Y no. A Echeverría no le hace falta. No la escatima, tampoco, pero nunca se excede. Así logra páginas notablemente balanceadas y de lectura ágil.

En la combinación de ambas facetas está la mayor fortaleza del libro, pues ambos se complementan muy bien y se potencian mutuamente. La parquedad textual de uno (que jamás debe confundirse con ausencia de guión) permite que el dibujo lleve la narración y sugiera los climas, mientras que justamente el foco en el dibujo construye los escenarios para los remates de cada historia.

La sobriedad narrativa es uno de los puntos fuertes del libro

Considerando que los diez cuentos gráficos del libro se sostienen a buen nivel, una cosa queda clara: Maisonnave y Echeverría saben marcar sus cartas. Negro el 10 es una apuesta segura.

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Ficha Técnica

Negro el 10

Guión/Dibujo: Santiago Maisonnave / Iñaki Echeverría

Género: cuentos gráficos / policial negro

Editorial: Manoescrita

Lanzamiento: marzo 2010

Origen: Argentina

Páginas/papel: 112, 24 x 17 cm.