Cuadritos, periodismo de historieta

junio 9, 2013

Blake, los hijos y un tipo que hace tiras

Filed under: Cómic argentino,Entrevistas — Andrés Valenzuela @ 10:00 am
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«Experimenté hacer un salto de fe. Es decir, hacer lo que viniera, sin editarlo, aunque no entendiera qué estaba haciendo»

Cuando Kioskerman publicó su primer libro, todavía era “tema” de discusión el humor gráfico “de ideas” o “sin remate humorístico”. Cuando Random House Mondadori publicó Edén, también se lo reconoció como uno de esos nuevos fenómenos webs, que aparecían por los márgenes de los canales convencionales: una editora se había hecho seguidora de la tira y había pugnado por publicarla. Además, su primer contrato de publicación no había sido el emporio internacional, sino un sello canadiense. Luego el libro llegó a España, Francia y Brasil. Luego, por un tiempo, el proceso se silenció. Kioskerman probó otras cosas hasta que retomó las experiencias de ese rey solitario de un país improbable. En ese lapso al autor le aparecieron dos hijos. Uno de carne y vida, otro de papel. Es ese segundo hijo de papel, que habla mucho sobre el hijo de vida, el que motiva esta entrevista.

Aunque en esencia sigue siendo la misma tira, hay varios cambios formales entre el primer libro y este. El texto, por ejemplo, ¿qué sucedió allí?

– Me parece que la poesía del primero estaba mucho más anclada en la imagen que en el texto. Si bien puede que tuviera una cosa poética en el cómo estaba escrito, el primer libro era bastante llano, sin vueltas poéticas complicadas ni palabras raras. Eso también ayudó a que funcionara en Brasil, o Francia, no había mucho para traducir. El segundo tiene mucho más texto y ya es bastante más complicado.

¿Cómo lo trabajó?

– Empecé a pensar mucho más en él. Para mí en el cómic hay un tema fundamental, que es qué viene primero, si el texto o la imagen. Y o lo sé. ¿Viste que hay gente que medita que te dice “cuando respiro, dejo de pensar”? Bueno, yo no sé si es tan así. Pienso igual, quizás sólo hay menos presencia del pensamiento, nomás. En el cómic para mí hay una nebulosa en que la cosa se empieza a unir. En el caso ideal, dibujo y escribo al mismo tiempo las cuatro viñetas, como una improvisación. En el primer tiempo buscaba primero una situación que se resolviera de modo bien gráfico. En este me sentí más volcado a la palabra, quizás porque empecé a leer algunas pequeñas cosas de poesía o me empecé a interesar por las letras de las canciones.

La portada azul remite a la noche, explica, el momento en que "va hacia adentro"

La portada azul remite a la noche, explica, el momento en que «va hacia adentro»

Vos antes contabas que no leías poesía.

– Claro. Y no leo poesía, pero sí leí El matrimonio del cielo y el infierno, de (William) Blake. Lo leí por Alan Moore, que lo nombra tanto que dije “voy a comprar un libro a ver cómo es”. Y me encantó. Cuando lo estaba leyendo sentí algo muy poderoso a nivel… no sé si llamarlo espiritual. Pero fue como si tuviera palabras mágicas… como un Sutra. Me empezó a despertar cosas a un nivel del infinito interior. Cosas que dice Blake como “¿qué puede contener un pensamiento?” Preguntas que me empezaron a despertar cosas. Luego me empecé a interesar por cosas que antes no me interesaban tanto. A mí me gustaba mucho Bob Dylan, pero nunca había leído sus letras. Empecé a leerlas más como poesía y ver qué tipo de imagen usaba, qué estaba diciendo. Todo eso me dio ganas de escribir más, y naturalmente se fue filtrando sin buscarlo. Pero igual traté de leer otros poetas y no, no me engancho.

Es curioso, ¿por qué?

– No sé qué me pasa. Yo quiero que me guste, porque mucha gente me dice que lo que hago es poético y entonces quiero ver si me encuentro, si hay algo para mí ahí. Hay poetas que me gustan de acá, no es algo de lo que me haya enamorado, como con el cómic. No sé, hay algo que me remite a la poesía en el cómic. Las páginas de John Porcellino que más me gustan tendrán seis viñetas como mucho y son poemas. Son muy haiku, muy zen. Veo un cómic de él así y me encanta. Me lo pone alguien en un texto y no me pasa nada. Lo probé y no, se pierde la magia. No encuentro un interés en eso fuera del cómic.

El nuevo libro supone un cambio de enfoque, también. En el primero se ve cierta orientación a hablar de una figura paterna y en este de la del hijo. ¿Se corresponde con su momento personal?

– Hay una cosa muy loca con eso, yo empecé con este experimento de hacer un salto de fe. Es decir, hacer lo que viniera, sin editarlo, aunque no entendiera qué estaba haciendo. Confiar y terminar un libro así. Sin estrategia de nada. Cosa que no había hecho en el primero, donde sí tenía una especie de plan. En el primero estaba tratando de hacer tiras a mí manera. Acá directamente no buscaba una tira, sino dejarme llevar más por mi instinto. Lo loco  es que ese ejercicio, donde uno trata de no pensar y ver que sucede, empezaron a bajar muchas cosas con bebés y con puertas. De eso me di cuenta recién cuando estaba editando y armando el libro.

¿Pero ya estaba la cuestión de la paternidad en tu vida?

– Estaba buscando, pero no lo tenía en la cabeza. No lo empecé a pensar hasta que no vi las ecografías, recién ahí empecé a flashearla. Pero de hecho hay una cosa que está muy buena y es que en la misma semana en que fue la gestación, yo dibujé una tira de una pareja, hecha poéticamente como dos cobras que hacen el amor y en la última viñeta hay un bebé. Me impresionó la coincidencia. Cosas muy irracionales que veo que sucedieron con este libro y me impresionaron mucho.

¿Luego el tema se instaló conscientemente?

– Sí, una vez que veo las ecografías, empiezo a hablar de eso, pero antes no. Chris Ware dijo una cosa que me impresionó mucho, en medio de un debate sobre ficción y autobiografía, sobre qué era más real. Él decía que su ficción era más real que si trataba de hacer autobiografía. Decía que cuando va creando en la página, siente que al hacerlas de una manera no racional y dejar que solo sucedan en la página, cuando terminaba una obra se daba cuenta que había una coherencia intrínseca, como si la hubiera planeado. Es un poco confiar en esta cosa de adentro.

Cuando terminaste el primer libro estabas cansado de la tira. Ibas a probar otra cosa. ¿Qué pasó entonces?

– Empecé a armar una novela gráfica, estaba casi toda bocetada hasta la página 48, con los personajes diseñados, el mundo, tenía todo un argumento. Pero cuando llegué ahí y vi todo, me di cuenta que cada página era una tira. Que inconscientemente estaba haciendo tiras. Después hice un ejercicio de sinceridad conmigo y me di cuenta que estaba tratando de seguir la corriente mundial por la novela gráfica. En Argentina la tira sigue siendo importante, pero en el resto del mundo de alguna manera ya murió. En EE.UU. hoy casi no se vende,¡están desapareciendo los diarios! El año pasado o el anterior lo sacaron a Matt Groenning con su Life is Hell. Lo que se vende es lo conocido, lo que se reimprime. Acá la tira aún es super importante, está Liniers, Tute, Max Aguirre… la mayoría de los libros que más se venden de cómics acá son de humor gráfico, de tiras.

¿Entonces?

– Me di cuenta que me estaba convenciendo de algo que no era natural en mí. Lo natural en mí es la tira, el formato corto, que es también lo que me motivó a mí a hacer cómcis. Liniers, Calvin & Hobbes. Entonces hice un ejercicio de ser sincero conmigo mismo, y dije bueno, por más que la tira no me va a ayudar a entrar en otros mercados, es lo que soy yo.

1 comentario »

  1. Me alegra mucho la vuelta de Kioskerman. Buscaremos el nuevo Edén.

    Comentarios por quique alcatena — junio 14, 2013 @ 11:36 am | Responder


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