Maicas: «el dibujo rompe generaciones»

En Comic.ar Maicas destila el "loco de atar" que todos llevamos dentro

«Vivo la profesión con bastante emoción», confiesa Eduardo Maicas, «a pesar que ya soy grande siempre espero la publicación y me gusta ver la revista». Décadas dedicado al humor gráfico no le quitaron pasión por los dibujos y los chistes. Una vocación que, además, conjuga con otros placeres, como el deporte. Aunque aclara: «más que el deporte yo te diría el fútbol, lo demás para mi… que me perdonen, debe haber deportes bárbaros, pero yo no sé cómo se juega al tenis, no sé ver un partido de voley, nada». No hace falta preguntarle qué camiseta lleva su equipo favorito, ahí están las fotos de las escuadras de Independiente para sacar a cualquiera de la duda.

En sus viñetas cruza la número cinco con el humor negro, algo que intuye tiene que ver con las consecuencias de una polio infantil. «Este problema mío de la gamba en alguna medida me ha limitado para jugar al fútbol, y entonces de alguna manera tenés que digerir eso, me gustó siempre hacer humor negro, es una manera de desdramatizar la cosa, digerirla», destaca.

Uno de los riesgos del humor negro es cruzar la delgadísima línea que lo distingue de la burla cruel. Maicas sabe moverse en ese terreno con destreza. «La cuestión es joder con una situación límite, pero dando una salida», explica, «no joder al que la sufre, sino hacerlo quedar bien». Los verdaderos dardos del humor negro, señala, deben apuntar «al que busca jorobar, al que discrimina».

Maicas le pega a la redonda con la de palo, y al humor negro con la buena

Durante su paso por SexHumor, Maicas llevó un personaje que hoy desafiaría toda convención de la corrección política: Yironside, una prostituta en silla de ruedas. La experiencia llamó la atención de los lectores, y el humorista guarda dos anécdotas al respecto. La primera, bien conocida, ocurrió durante una presentación de la revista, en que un lector lo increpó «yo siempre pensé que el que hacía esa historia era o un discapacitado o un hijo de puta», a lo que Rep intercedió: «¡él es las dos cosas!» Maicas sonríe. «¿Sabés? Yo siempre le agradecí mucho a Rep, me habilitó a joder, como que me dio permiso».

La otra anécdota lo enfrentó a una chica «muy linda» en silla de ruedas. «¿Vos sos Maicas?», recuerda que le preguntó, mientras él se asustaba. «Te tengo que agradecer lo de Yironside, no sabés la cantidad de tipos que me levanté desde que sale esa historieta», le sonrió. «Le habían perdido el miedo», reflexiona el autor, «en alguna medida busco eso, ¿no?»

Tras tantos años frente al tablero, para muchos la profesión va perdiendo su atractivo. No para Maicas, que siempre encuentra ideas nuevas. «El empuje está en uno mismo», señala, «a veces uno se reinventa y además creo que gracias al dibujo en alguna parte mía me siento joven, el dibujo rompe generaciones, sobre todo el humor, que no es tan solemne».

Para él, la «reinvención» pasa por buscar nuevas motivaciones. «Si no hay mucho laburo, me invento cosas», cuenta. Así surgieron muchos proyectos, como el taller de humor para chicos (sus alumnos montaron Macanuditos, una exposición en homenaje a Liniers, en la sede Palermo de la Alianza Francesa, Billinghurst 1926, Capital Federal), una muestra de terror, el libro que está próximo a salir. «Hay que buscar obligaciones para que salgan ideas y den ganas de hacer», acota la clave.

"Rep me habilitó a joder", confiesa Maicas

En la primera parte de la entrevista, Maicas aseguraba que -pese a sus años en el medio- publicar en Fierro le da «un poco de miedo». Cuando se lo consulta al respecto, explica que «me parece que Fierro le pertenece más a los jóvenes, es otro código, más moderno, más joven». Al momento de crear Barrio Gris, cuenta, Pipi Sposito lo convenció. «Y ahí el humor negro me pareció que era una matiz que le servía a la revista, ¿no?»

Hacer chistes hoy

¿Cómo ve el humor gráfico de hoy?, consulta Cuadritos. «Yo divido al humor gráfico en dos partes: una es la tradicional, lo que hago yo, el que hacía (Roberto) Fontanarrosa, el cuadrito establecido que hace muy bien Sendra», explica, «yo me formé así y me cuesta salir de eso, me gusta el chiste». Sin embargo, hay otro humor gráfico «es lindo, entretenido, pero tiene otro código, como el de Liniers, Tute, Max Aguirre, mismo hasta Rep, que creó un universo diferente muy valioso; a mi me gustan estas cosas que aparecen».

– ¿Pero si no apunta al humor sigue siendo humor gráfico?

– Vos también sos más jodido… (ríe) No sé si no apunta al humor. A mi me resulta placentero leerlo a Liniers. No sé si me cago de risa, a veces sí, tiene el robot que canta, algunos remates… no es que no tenga remates. A veces tiene, otras pasa una nube y bueno, pasó la nube. Yo creo que es otra cosa, pero no lo quiero comparar. Porque por ejemplo también me gusta Sendra, pero él sí busca el remate a muerte. Son buenísimos. Yo también busco el remate, que no sé si será tan bueno. Capaz noto la diferencia en la radio. A mi me gustaba el gordo Mesa, porque él tenía remate. Pero hoy no me río tanto con lo que escucho. Me parece que hicieron más un código de burla, de joda, que no me cierra. Me gusta más lo otro, que es lo que yo buscaba cuando hacía radio, el chiste. Pero también hay excepciones, ¿no? Alejandro Dolina es Dios, y no hace chistes, pero te matás de risa.