Decur, Montt y Zuloaga, creadores de mundos que caben en una pantallita
Aprovechan el encuentro para intercambiar ilustraciones, comentar modelos de tabletas de dibujo digital y ensalzar tal o cual marca de acrílicos. Alberto Montt desespera por encontrar algo de wi-fi en la Feria del Libro («es que aún no pude avisar que llegué», se disculpa) y Paio Zuloaga todavía tiene la lengua afuera (y la panza llena) por correr desde un asado en la provincia hasta Palermo. Decur está tranquilo bajo la boina que lo acompañará un rato más tarde, cuando tenga que sentarse a firmar libros junto al dibujante chileno en el stand de Ediciones de la Flor.
Es domingo y La Rural rebalsa de visitantes. Algunos de ellos, incluso, fueron especialmente para verlos y pedirles una firma o un garabato en sus libros recién publicados. En su mayoría, son lectores que conocieron su trabajo a través de la web, donde comenzaron su carrera en el humor gráfico. Dos de ellos (Decur y Montt) terminaron publicando en una editorial tradicional. El otro consiguió lanzar un libro más que coqueto gracias al sistema de crowfunding. Cuadritos los convoca justamente para discutir e intercambiar experiencias. ¿Cómo hicieron el recorrido desde dibujante/blogger ignoto a plumín reconocido? ¿Cómo impactó eso en su trabajo y en su vida cotidiana? ¿Cómo administran la faceta social-digital de su obra artística?
Las claves, coinciden a grandes rasgos, son dos: constancia y calidad. Estar allí para el lector, hacerse inamovible en la rutina de quien está al otro lado de la pantalla, por un lado, y ofrecer un buen trabajo, por otro. «En mi caso lo que más ayudó fue la cotidianeidad, es mucho más fácil que alguien se enganche si sabe que al otro día va a encontrar algo nuevo», comienza Montt a instancias de sus colegas. «Esto además te permite ciertas libertades, por ejemplo, puedes ser algo más flexible con la calidad, porque sabes que si una no es buena, la siguiente sí pega».
Por editorial tradicional o crowfunding, todos saltaron al papel
Zuloaga, en tanto, considera que a él su copita de cada día lo ayudó «a ser dibujante». Cuentaque abrió el blog sin saber muy bien para qué. «Me obligó a ser constnate. Yo antes dibujaba boludeces, pero no tenía disciplina. No había hecho nunca un chiste, no dibujaba humor. Primero hacía poesías, aunque con tono humorístico. A lo que me llevó el blog fue a ver que había otros ilustradores que no necesitaban hacer el clásico chiste con remate. Ahí dije entonces entro por acá«.
Una experiencia muy similar a la de Decur, que dibujaba en su casa y no sabía qué hacer con tantos trabajos. «Hasta que vi cómo los artistas iban subiendo los suyos y dije bueno, vamos a compartirlos«, recuerda, «dibujaba cualquier cosa pero era como las ramas del árbol, que no saben para dónde agarran. Hasta que me sentí cómodo usando acrílicos y empecé a subir una ilustración por semana y lo fui manteniendo».
En este punto interviene nuevamente Montt. «Es super importante hacer énfasis en lo que dijo Paio, esto de que hay gente antes que uno que habilitó esos espacios: cuando te das cuenta que hay gente que hace humor sin hacer chistes, obviamente te facilita el trato», destaca y afirma que cuando esto sucede, «te sientes empoderado», aunque enseguida reniega del término elegido. «Odio la puta palabra, pero sí, sientes que tienes la capacidad y hasta el deber de encontrarte contigo mismo en un espacio personal, que es claramente lo que se ve en nuestros blogs», plantea. ¿Y la calidad? «Pues dejando de lado la modestia, lo que hacen estos muchachos, lo que hago yo, es de calidad», considera el chileno, «por lo menos en términos de lo que a mí me gusta. Si me gusta, me satisface, pues por lo tanto yo lo considero de calidad, si a eso le sumas cotidianeidad, pues el trabajo entra». (more…)