El discurso de Sasturain, disponible para los lectores del sitio
Hace once días la Legislatura porteña, a instancias del diputado local Aníbal Ibarra, homenajeó a Juan Sasturain declarándolo «personalidad destacada de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires». Un modo de mimarlo y decirle ‘chas gracias por los libros, por sus esfuerzos para difundir la literatura y la historieta. ‘chas gracias por todo, bah. Se llenó de gente dispuesta a festejarlo y al momento de expresar su gratitud por el festejo, Sasturain dejó de lado el discurso que había llevado preparado y se largó a recordar amigos y bienquerientes que lo acompañaron en el camino.
Al final, repasando el texto del discurso, uno encuentra que el hombre dijo igual muchas de las cosas que había escrito. Pero en el papel aparecen algo más ordenadas, sazonadas con algunas ideas más y cubriendo algunos olvidos, lapsus de la emoción del momento. Lo que sigue se lo imaginan: Cuadritos le propuso publicar el texto aquí y, efectivamente, es lo que aparece a continuación, incluso con las negritas y destacados del propio autor. Que lo disfruten.
Elogio del malentendido
Por Juan Sasturain
Ahora, como decía Gracián, el Tano Gracián, o –mejor dicho- como le decían al Tano Gracián cuando no la largaba y la hacía larga al no largarla, gambeteando hasta perderla: lo largo, si malo, dos veces malo.
Bien (o mal): seré largo. Y aprovecho porque, aunque el terreno es neutral, me he cuidado muy bien de estar entre amigos y -según la definición del amigo del negro Fontanarrosa tan citada- un amigo es alguien con el que hay presupuestos, hay códigos, hay acuerdos tácitos de afinidades y lealtades que van más allá de los detalles o desencuentros del momento. Es alguien con quien se puede contar. Incluso para disentir, sin que nada se rompa. Y el ejemplo memorable del Negro era: un amigo es alguien que viene, y te dice “Acabo de ver una película iraní extraordinaria” y vos le podés decir: “No me empecés a romper las pelotas…” Por eso, porque estoy entre amigos puedo darme el gusto de hablar largo, ser cursi y/o patético contar con la paciencia o tolerancia o no, de los presentes. Se la bancan o no, porque mal o bien me conocen.
Juan Manuel, el tero Lima, que me conoce o –mejor- me juna bien y desde hace mucho, me lo dijo justo: “inmejorable” lo mío. En el sentido ambiguo que lo usaba Carlitos Trillo, claro. Inmejorable es la apoteosis del malentendido. Y está muy bien.
Porque todo esto es un malentendido y está muy bien –porque no podría ser de otra manera- y porque voy a hacer un elogio del malentendido, para que si se me malentiende (y seguro que eso va a suceder) no haya escándalo: los malentendidos –desde la exégesis de la Biblia, la definición del peronismo, los formas del amor, qué quiere decir La metamorfosis de Kafka o a qué juega la Selección- son lo usual, lo que pasa todo el tiempo. Es lo lógico, es lo normal, es cómo funcionamos: a fuerza de malentendidos. (more…)