La misma araña, versión 2012

La portada, del argentino Totino Tedesco

¿Era necesario? Cualquier editor con la mirada puesta en los números hubiera dicho que sí, claro, que por supuesto, faltaba más y que no, que no hacían descuento por cantidad. Es que con la salida de la película del Hombre Araña, se multiplicaron los productos dedicados al trepamuros jovenzuelo. En Marvel Comics no son tontos y saben perfectamente que esta clase de blockbusters son una oportunidad para ganar lectores, o al menos obtener unas cuantas ventas extra. Una de las estrategias para sumar compradores es (re)presentar el origen del superhéroe de turno. En eso consiste Spiderman – Primera Temporada.

Ahora, ¿era necesario? Desde un punto de vista narrativo, ciertamente no. El trabajo de Cullen Bunn es correcto, pero lavado. Su «origen» sirve para casi cualquier versión de Spidey, y apenas remoza un poco los detalles. La parte que le toca al dibujante Neil Edwards es sencillamente olvidable. La dupla, sin embargo, cumple con la función que debió haber planeado su editor: es una introducción sencilla y accesible al universo arácnido, que puede ser leída por amplísimas capas de público, desde niños hasta adultos.

Cullen y Bunn no cambian un ápice del esqueleto original: Peter Parker sigue siendo un estudiante genial y torpe al que lo pica una araña radioactiva en un centro científico de avanzada, y eso le da poderes. Empieza a juntar unos dólares aquí y allá, pero no considera las responsabilidades extra que conlleva la máscara que empieza a usar. Luego matan a su tío y todo cambia. Es cierto que el guionista se permite agregar un par de detalles que no cambian lo central de la historia, pero actualizan y le dan una perspectiva contemporánea. A ver…

La fijación con la fama, tema clave del tomo

En principio, Cullen pone en primer lugar el deseo de fama y promoción como motor de la historia. Es una motivación que comparten Parker, que disfruta del aplauso del público en sus primeros días como «estrella» comercial haciendo propaganda de productos, es lo mismo que enfurece al Buitre, alejado de la portada de los diarios, y es lo que manejan perfectamente Jonah Jameson y una periodista inescrupulosa a la hora de poner en tela de juicio la actividad del enmascarado. También toma en cuenta el peso de los teléfonos celulares en la vida cotidiana y social de los adolescentes. Hasta allí, lo más interesante del trabajo, que guarda una preocupación por el presente.

Por otro lado, Cullen desliza algunos guiños para el comprador compulsivo de todo lo relacionado con Spidey. Por ejemplo, quien lleva el oficio religioso del tío Ben es el «padre Romita». Pero más allá de eso, es imposible pasar por alto el hecho de que la historia cuenta en más de 120 páginas lo que otros hicieron, con mucho mejor ritmo, en 24 o 48 en más de una ocasión.

El dibujo de Edwards es un punto flojo del libro. No tiene mayores problemas narrativos (incluso, es muy correcto en este campo), pero tampoco se luce. El rostro de Parker es muy… de muñeco, a falta de mejor descripción y en general sus personajes están en pose constante. A los fondos les falta algo de personalidad, también: esa Nueva York podría ser Chicago o cualquier otra ciudad populosa e industrial de Estados Unidos.

El dibujo de Edwards abusa de las poses y a Parker le falta personalidad

En resumen, el mérito de Primera Temporada radica en su actualización del mito y en alguna observación bien hecha sobre el presente, pero difícilmente se convierta en una versión indispensable del largo balanceo arácnido.

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Ficha Técnica

Spiderman – Primera Temporada

Guión/Dibujo: Cullen Bunn – Neil Edwards

Género: superhéroes

Editorial: Marvel Comics (OvniPress)

Lanzamiento: junio 2012

Origen: EE.UU.

Páginas/papel: 128, 24 x 17 cm.