Diego Cortés, llevar las historias al límite

El entrevistado, retratado por Nicolás Sánchez Brondo

Guionista y editor, Diego Cortés es una de las patas fundamentales de la reciente (re)consolidación de la provincia de Córdoba como uno de los polos fuertes de la historieta argentina. Co-fundador del sello Llanto de Mudo, docente, poeta y escritor, trabaja con y por las viñetas. En esta entrevista con Cuadritos, el autor de Séptimo Círculo repasa su llegada al medio, hecha una mirada a sus guiones y adelanta sus próximos trabajos.

Cuenta que empezó como cualquiera, de chico, leyendo mucho y tratando de dibujar «con resultados espantosos», hasta que cayó en la cuenta que la historieta le interesaba «como medio de expresión» y que lo suyo era escribir «cuentos, novelas y especialmente poesía», al punto que tiene ocho libros en verso. «Pero mi formación es autodidacta, basada simplemente en un amplio espectro de lecturas de historieta y literatura», aclara, «en Córdoba no recuerdo haber visto nunca un curso de guión o haber conocido un guionista». Lo más cercano a estudios formales de guión que tuvo fueron distintos talleres literarios, que le presentaron escritores. «Además de los guionistas que me gustan, son la base de muchas de mis ideas», explica.

Llanto de Mudo llegó cuando rondaba los 19 años. «La fundé hace 15 años con dos amigos: Pablo Peisino, que es artista plástico, y Federico Rübenacker, que es dibujante de cómics y pintor», recuerda y no consigue traer a la memoria las razones para empezar la aventura editorial. Era, sencillamente, cuestión de hacerlo. «Cómo jóvenes punks a los que les gustaba la historieta, la poesía, la pintura, la música y no compartían la forma en que los otros realizaban algunas de estas cosas, no nos pusimos a quejarnos sino simplemente creamos nuestra forma de editar y comunicarnos con los demás», observa a la distancia.

Desde entonces construyeron un catálogo extenso, en el que la historieta ocupa un lugar importante y cada vez más consolidado. «Hemos hecho desde fanzines hasta libros muy grandes, pero todos pensados de la misma forma, o sea, como nos gustaban», lanza como declaración de principios. «Por supuesto que uno crece y cambia mucho. Nosotros estamos más viejos, la editorial está más vieja y hay que cosas que ya no hacemos simplemente porque ya las hicimos».

Según Cortés, con Llanto de Mudo las aspiraciones son simples: «ser una buena editorial, dar cabida a autores que nos gusten, editar nuestro trabajo y no fundirnos». En el medio, buscan conformar un catálogo de estéticas amplias, que priorice autores de su generación e incluso más jóvenes. 2010, revela, fue un buen año y les permitió crecer mucho.

Séptimo Círculo, un relato impiadoso

La provincia desde la que trabaja también tuvo un buen año en materia de historieta. 2010 supuso la consolidación de la revista La murciélaga -de sus colegas de McPulenta- y la organización del festival Viñetazo -por el grupo V de Viñeta-. «Córdoba siempre ha sido un lugar con artistas increíbles en el que ha habido muy pocas publicaciones», reflexiona Cortés, «pero actualmente me parece que estamos en un momento buenísimo, todos trabajando mucho».

Un puñado de relatos oscuros

Es posible intuir como, al otro lado de la pantalla, el entrevistado se revuelve extrañado (quizás incómodo) cuando se le señala que sus historias pueden ser descriptas como oscuras. «Mis gustos estéticos tienen que ver con historias fuertes, sea en literatura o en historieta», reflexiona y enumera: Feodor Dovstoievsky, Louis-Ferdinand Céline, Jack Kerouac, Alan Moore, Daniel Clowes. «Si esos son tus preferidos, es difícil que tus historias no estén cargadas con un peso trágico», analiza, pero afirma que siempre busca «un poco de luz» para sus personajes «aunque sea a través del sacrificio».

«Trato de hacer historias en las que los personajes aprendan cosas sobre sí mismos, que lleguen a una cierta iluminación, aunque sea dolorosa», señala. «Busco que mis historias sean muy mías», destaca, «más allá de hacer un trabajo profesional y pensado, trato de llevar las cosas al límite, mover al lector, emocionarlo». Y advierte que entre sus próximas novelas gráficas, La Pasión, realizada junto a Leo Sandler, puede llegar a ser «más dura que Séptimo Círculo«.

– Séptimo círculo es una novela fuerte sobre el vacío existencial y cierta imposibilidad para ser feliz, junto a cierta dependencia del otro. ¿Por qué le interesó abordar estos temas?

– Empezó con la idea de escribir un viaje al infierno. Soy ateo pero encuentro la mitología cristiana la más interesante de subvertir. Creo que el infierno es la culpa y el egoísmo, y poco a poco la historia fue yendo a ese lado. Y el amor es lo que nos genera más egoísmo y culpa, ¿no? No estoy seguro si la historia plantea esta imposibilidad de ser feliz, sino simplemente la imposibilidad de ser feliz de estos personajes, que están atrapados en lo que son. Por eso creo que el otro gran tema del libro es la responsabilidad. Si uno tiene la posibilidad de cambiar las cosas también carga con esa responsabilidad y tiene que hacerse cargo. Lo que más me gusta de ese libro es la versión de Dios que aparece, que es el colmo de egoísta, infantil, insoportable. Lo tomé también como una buena forma de insultar a ese Dios que según las religiones se dedica a castigarnos. Pero espero que no exista porque si es así estoy en el horno.

Que la foto no llame a engaño: fundó Llanto de Mudo con pleno espíritu punk

– ¿De qué trata La Pasión?

– Es la historia de una conversión. Me impresiona mucho la figura de Jesús y de los mártires en general, las personas capaces de dar su vida por los otros. También las personas que son capaces de cambiar sus vidas de raíz frente a algo que los toca. La Pasión es la historia de un grupo de tareas de los ’70 o de ahora, no importa. Este grupo es enviado a un pueblo de la montaña a capturar a una especie de santo que está curando a la gente pobre. Es una historia muy, muy dura, pero bueno, la idea surgió y me llevó hacia ese lugar. Siempre trato de que las historias me indiquen el camino, no trato de frenarme ni decir «no, esto es mucho». No trato de agradar ni hacer feliz a nadie, así que voy al fondo de cada idea.

– ¿Y los otros proyectos?

– El Pasado es una historia mucho más tranquila. Es la historia de dos amigos, uno al que la novia lo ha abandonado. Deciden hacer dedo para que pueda despejarse el abandonado y terminan llegando a un pueblo en el que encuentran cosas de su pasado: mascotas, barrio, amigos. Es un intento de trabajar en otro registro, más pausado, menos duro. A este lo dibuja Agite, un dibujante de Villa María muy bueno, con un estilo más pop. Es una historia melancólica pero con un final feliz, o algo parecido. Bah, nunca me han gustado los finales felices, asi que es un empate. Y Reality Crash es otro libro que estamos haciendo con Nico Brondo. Es un guión que tengo hace mucho. Es la primera parte de una historia más grande, pero que puede leerse por sí misma. Los héroes de la historia son escritores que forman una sociedad secreta para cambiar el mundo. Son todas versiones de escritores que me gustan, aparecen Willian Burroughs, Charles Bukowski, Phillip K. Dick, Stephen King (en versión latinoamericana) como protagonistas, y Jack Keoruac, Roberto Bolaño, Hunter Thompson y muchos más, como secundarios. La historia también es de conspiraciones, con una fuerte base en las ideas de la realidad de Dick. Por supuesto que al ser versiones de personas reales no mantenemos totalmente sus personalidades, sino que en algunos casos son versiones pop de los mismos. Es una historia mucho más heroica y violenta, más cercana a la estética de Grant Morrison o Warren Ellis.

– Parece que como otros guionistas locales no se puede resistir a saltar de un lenguaje a otro. ¿Qué llevo de su poesía a la historieta?

– Tuve varias bandas de música en las que use la poesía para hacer canciones. Yo creo que lo que llevo de la poesía y la música a la historieta es el ritmo, la búsqueda de subidas emotivas. Y como buen fan de Pixies, de momentos de calma seguidos por instantes violentos. Creo que esa búsqueda distintos registros de una misma historia, de construir lentamente los momentos importantes se los debo más que nada a la poesía. En 1998, con Federico Rubenacker, hicimos un libro que es una historieta construida en base a poesía automática que escribimos los dos. El libro se llama «Niño Azul», tiene 140 páginas y espero poder reeditarlo este año.

Lleno de proyectos, Cortés mira hacia atrás y ve decenas de libros publicados «con muchos aciertos y muchos errores», y un aprendizaje hecho a base de publicaciones y con la columna vertebral de Llanto de Mudo.  Siempre, asegura, manteniendo la idiosincracia. «No tratar de hacer cosas solamente con la idea de vender, sino ser caprichosos, editar cosas raras y experimentar», define y evalúa: «tan mal no nos ha ido y creo que este año es el que más vamos a crecer en cuanto a nuestra parte de historieta. Así ya en el 2012 podemos desaparecer tranquilos con el resto del planeta».