El fanzine como decisión estética

Los incondicionales de Parés adorarán "La monogamia..."

«¿Por qué dejé de hacer fanzines, si me encantaba», se preguntaba hace algunos meses Diego Agrimbau, en entrevista con Cuadritos. La colección «Burlesquitas», de la editorial Burlesque (disculparán la cacofonía) parece ir por ese camino. Se presentaron hace cierto tiempo como «historietas en pequeño formato«, ideales para anécdotas cortas, historias muy puntuales y reflexiones poéticas de distinta clase. Pero también, como se ve en esta ocasión, se adaptan a los autores ya consolidados que quieren apartarse un rato del formato-libro para volver a la experiencia del fanzine.

Las «burlesquitas» están despreocupadas de los «lujos» editoriales y hechas por el gusto de ser hechas. Lo que las diferencia del fanzine, además del plan editorial detrás (por modesto que sea), es que sus autores no las hacen para «mostrarse», «dar a conocer su trabajo» o tener una «carta de presentación ante un posible editor». Es decir, están ausentes las principales motivaciones de la revista autoeditada como dispositivo. Hacia fines del año pasado Burlesque lanzó ocho nuevos títulos de estos libritos, de los cuales aquí se reseñan dos que se ajustan particularmente a esto: La monogamia del Sr. Rispo, de Diego Parés, y Café de artistas, de Marcos Vergara. Dos autores que están sobradamente instalados en otros espacios y que encontraron en este pequeño formato un vehículo apropiado para otra idea.

Café de artistas es, formalmente, la más jugada de las dos propuestas. Es una serie de tiras pensadas en torno al arte y la bebida, o mejor dicho, los artistas (plásticos, las más de las veces) y el bar. Lo curioso es que casi no aparecen pintores o siquiera personas. En su lugar aparecen tragos dibujados como si estuviesen pasados por el tamiz de su movimiento, su idiosincracia o su estilo particular.

Los movimientos artísticos, en el fondo de un vaso

Aquí Vergara no se pretende universal. Las tiras están llenas de guiños para quienes «saben de pintura» y muchas sólo serán graciosas para quien entienda el juego inteligente pero restringido de equiparar artistas y movimientos de vanguardia con bebidas. Son trabajitos puntuales que, justamente, se amoldan a este pequeño formato, pero que no necesariamente cuajarían (o gustarían) en un libro tradicional. Integrándolas a las burlesquitas, el dibujante logra enfocar un trabajo muy específico para un público muy puntual, sin volverse pretencioso.

Con La monogamia… Parés se desata con una historia pequeña y autoconclusiva. Tranquilamente podría haber ido como «bonus track» o «capítulo extra» de cualquier otro libro del autor y sería una anécdota simpática para acompañarlo. Pero publicada como burlesquita tiene un brillo modesto pero propio. La historia tiene su propia unidad temática que, por ejemplo, hubiese horadado la solidez y unidad de Correrías del Sr. y la Sra. Rispo.

¿De qué trata? En esta suerte de aventura paralela, el excedido de líbido Sr. Rispo no tolera la cláusula de fidelidad del matrimonio. Su mente afiebrada concibe consecutivamente argumentos planes para circunvalar las restricciones maritales y finalmente opta por «liberar» a la Sra. Rispo con el único propósito de liberarse a sí mismo. La lógica delirante y retorcida con la que Parés lleva a sus personajes hace el resto. Como siempre, el responsable de Humor petiso se desata con algunas secuencias notables.