Cuadritos, periodismo de historieta

May 13, 2012

Tres que la pegaron con su blog

Decur, Montt y Zuloaga, creadores de mundos que caben en una pantallita

Aprovechan el encuentro para intercambiar ilustraciones, comentar modelos de tabletas de dibujo digital y ensalzar tal o cual marca de acrílicos. Alberto Montt desespera por encontrar algo de wi-fi en la Feria del Libro («es que aún no pude avisar que llegué», se disculpa) y Paio Zuloaga todavía tiene la lengua afuera (y la panza llena) por correr desde un asado en la provincia hasta Palermo. Decur está tranquilo bajo la boina que lo acompañará un rato más tarde, cuando tenga que sentarse a firmar libros junto al dibujante chileno en el stand de Ediciones de la Flor.

Es domingo y La Rural rebalsa de visitantes. Algunos de ellos, incluso, fueron especialmente para verlos y pedirles una firma o un garabato en sus libros recién publicados. En su mayoría, son lectores que conocieron su trabajo a través de la web, donde comenzaron su carrera en el humor gráfico. Dos de ellos (Decur y Montt) terminaron publicando en una editorial tradicional. El otro consiguió lanzar un libro más que coqueto gracias al sistema de crowfunding. Cuadritos los convoca justamente para discutir e intercambiar experiencias. ¿Cómo hicieron el recorrido desde dibujante/blogger ignoto a plumín reconocido? ¿Cómo impactó eso en su trabajo y en su vida cotidiana? ¿Cómo administran la faceta social-digital de su obra artística?

Las claves, coinciden a grandes rasgos, son dos: constancia y calidad. Estar allí para el lector, hacerse inamovible en la rutina de quien está al otro lado de la pantalla, por un lado, y ofrecer un buen trabajo, por otro. «En mi caso lo que más ayudó fue la cotidianeidad, es mucho más fácil que alguien se enganche si sabe que al otro día va a encontrar algo nuevo», comienza Montt a instancias de sus colegas. «Esto además te permite ciertas libertades, por ejemplo, puedes ser algo más flexible con la calidad, porque sabes que si una no es buena, la siguiente sí pega».

Por editorial tradicional o crowfunding, todos saltaron al papel

Zuloaga, en tanto, considera que a él su copita de cada día lo ayudó «a ser dibujante». Cuentaque abrió el blog sin saber muy bien para qué. «Me obligó a ser constnate. Yo antes dibujaba boludeces, pero no tenía disciplina. No había hecho nunca un chiste, no dibujaba humor. Primero hacía poesías, aunque con tono humorístico. A lo que me llevó el blog fue a ver que había otros ilustradores que no necesitaban hacer el clásico chiste con remate. Ahí dije entonces entro por acá«.

Una experiencia muy similar a la de Decur, que dibujaba en su casa y no sabía qué hacer con tantos trabajos. «Hasta que vi cómo los artistas iban subiendo los suyos y dije bueno, vamos a compartirlos«, recuerda, «dibujaba cualquier cosa pero era como las ramas del árbol, que no saben para dónde agarran. Hasta que me sentí cómodo usando acrílicos y empecé a subir una ilustración por semana y lo fui manteniendo».

En este punto interviene nuevamente Montt. «Es super importante hacer énfasis en lo que dijo Paio, esto de que hay gente antes que uno que habilitó esos espacios: cuando te das cuenta que hay gente que hace humor sin hacer chistes, obviamente te facilita el trato», destaca y afirma que cuando esto sucede, «te sientes empoderado», aunque enseguida reniega del término elegido. «Odio la puta palabra, pero sí, sientes que tienes la capacidad y hasta el deber de encontrarte contigo mismo en un espacio personal, que es claramente lo que se ve en nuestros blogs», plantea. ¿Y la calidad? «Pues dejando de lado la modestia, lo que hacen estos muchachos, lo que hago yo, es de calidad», considera el chileno, «por lo menos en términos de lo que a mí me gusta. Si me gusta, me satisface, pues por lo tanto yo lo considero de calidad, si a eso le sumas cotidianeidad, pues el trabajo entra».

Aunque incorporaron el dibujo como parte de su trabajo, siguen teniendo otras actividades, ¿cómo consiguen hacerse el espacio para sus sitios?

Zuloaga: es una necesidad, estás buscándolo de algún modo. Cuando empecé el blog, justo nació mi hija. O sea que si quería quilombo, lo tenía todo. Un dibujo por día, imaginate, mi mujer estaba chocha. Pero aparte de ser una necesidad, después pasa que la gente de golpe ya lo está esperando. Hay que seguir con eso. Yo dije que lo iba a hacer todos los días, lo hago. Bancátela, dormí un poco menos -se amonesta-. Entonces por más que llegue un día cansado a las doce de la noche a casa, una o dos horas le dedico.

Montt va por su segundo libro publicado en Argentina, con gran recepción del público

Montt: me pasó al comienzo que quise hacerlo todos los días y se volvió un poco esclavizante. Era de lunes a domingos y una ocasión era 31 de diciembre, estaba en un pueblito perdido en la playa a las 12 de la noche y estaba desesperado porque tenía que ir a un cyber a 20 kilómetros asubire el dibujo. Entonces ahí dije no, no, cuando me den ganas nomás. ¡El problema es que me dan muchas ganas! Ahora que estuve en Bogotá y ahora estoy aquí, no estoy subiendo y ya siento como constipación cerebral.

Zuloaga: ¿pero cuando no estás subiendo estás creando para el blog? Yo cuando no estoy creando, estoy haciendo cualquier pavada. Necesito sentarme y concentrarme para que me salga la copita.

Montt: Yo no es que digo uy, tengo dos semanas libres, voy a crear. No pasa nada. Tiene que ser cuando estoy en la vorágine de pensamiento, embolinado con esto o en otro trabajo. Cuando hay cierto stress ahí sí empiezo a crear.

Decur: A mí lo que me pasa es que estoy con ustedes, pero estoy pensando ya en cómo tengo que hacer un pedido que me hicieron. Mi cabeza se quedó laurando allá. Y me está pasando muy seguido que me enamoro de lo que hago. No necesito la aprobación ni que me digan “está bien” o “está mal”. Obviamente comparto el trabajo y las cosas se publican. Pero así nació el libro con De la Flor. Eran ilustraciones que hacía porque quería, porque estaba enamorado de ellas y las subía al blog. Después todo lo que pasó fue por añadidura. Yo tengo como esa ley, que te tiene que gustar a vos. Inclusive suelo tener encontronazos con editores y gente que está en la gráfica cuando me piden tal cosa. Si me pedís una mesa, ¿me dejás jugar con la forma de la mesa? Si me la pedís cuadrada, ¿no la puedo hacer redonda y con un chirimbolo? Me gusta que me dejen correr un poco más, no que me den laburos muy pautados.

Montt: esa es una de las ganancias de tener un blog. Cuando empiezas a tener un poco de reconocimiento, ya no llaman a cualquier tipo para que haga una mesa. Llaman a la mesa de Decur. Entonces esa carta blanca que vas ganando es realmente el cheque a fin de mes. Se logra cuando te dicen “¿sabes qué? Tu vuélate y está hecho”. Ese es el punto.

Zuloaga: pasa más en editoriales infantiles que en revistas y gráfica, sobre todo de grupos grandes, donde la cosa siempre es mucho más pautada, que primero pasanos pasanos el boceto y lo vemos, lo aprobamos, que cambiame tal cosa. Cuando llegás a la editorial infantil y te dicen “Decur, ilustrame”, se supone que están llamando a Decur y chau. Llega un punto donde es como él dice, si me lo pediste a mí, bueno, esta es mi interpretación.  Y es un lugarcito que te vas ganando.

Decur ganó el premio Alija en la categoría ilustración y es el portadista regular de la revista Orsai

Decur: sino pasa a ser más una publicidad que una cosa tuya.

Zuloaga: creo que nuestros sitios nos trajeron reconocimiento, que es importante. Volvemos a lo de modestia aparte, ese reconocimiento es lindo porque ninguno vive de esto totalmente. Entonces de golpe vas a una Feria, te encontrás con un par de dibujantes que te dicen “che, qué bueno lo tuyo” y el que habla es Gustavo Sala, un monstruo con no sé cuántos libros… Esas cosas te reconfortan, son las palmaditas en la espalda.

Montt: a mí me pasó eso, que pasé de ser consumidor a productor. Es algo increíble. Un ejemplo puntual, yo le escribía a Sala como fan. “Hola Gustavo, me encanta lo que haces, quiero ser tu novio”, y él me respondió…

«¿Aceptó?» Surge inmediatamente la broma.

Zuloaga: creo que fue un touch and go, algo más moderno…

Montt: sí, sólo fue un bailecito.

Community management, o qué hacer cuando la cosa crece

En las redes sociales se usa el término «community management» para referirse al modo en que se manejan las relaciones de una institución con sus seguidores/consumidores/lectores. Sirve tanto para grandes empresas como para modestos emprendimientos y, claro, también para entender cómo un bloggero con éxito se maneja con quienes comentan su obra. «Es algo paulatino», aclara Montt, «no entras y tienes 20.000 seguidores, te vas acomodando en base a lo que puedes y quieres también. Yo no quiero hacerme problemas ahora. El blog sigue siendo un espacio para mí, y si alguien quiere venir y opinar, pues bien». Decur describe la idea de «casita», para entender cómo funcionan sus espacios. Una casa abierta al público pero en la que, en última instancia, es el anfitrión quien pone las reglas.

La auténtica ganancia, aseguran, está en los lazos que les generó llevar adelante un blog

De las experiencias que comparten se desprende que Zuloaga fue el único que buscó activamente más seguidores. «Cuando empecé iba generando base de datos. Si alguien mandaba una lista para el cumpleaños de su prima, yo copiaba los mails y los iba guardando. Entonces me levantaba todos los días y desde tres direcciones mandaba el blog. Era mi propia prensa. Después ya no lo hice más, sobre todo cuando me mudé a Facebook».

Los tres entrevistados coinciden el enorme cambio que supuso la llegada de la red de Mark Zuckerberg al sector. «Facebook es como la calle», define Decur, «salís y te encontrás con toda la gente, entonces capaz ya no podés contestarle a uno por uno, sino que tenés que dar un gracias general, un merci«.

Montt cuenta que él apenas si sube su dibujo a Facebook. Su lugar de expresión artística sigue siendo Dosis diarias. Sí, en cambio, se entusiasma algo más con otras redes sociales. «En Twitter doy mi opinión sobre temas que me interesan, y en Instagram van mis cosas algo más íntimas, entonces cada red social tiene como su función bien delimitada», evalúa.

«Yo no soy de comentar mucho», concede Zuloaga, «y creo que tampoco me comentan tanto». Para Decur la ecuación se define por el tiempo. «Si tenés que contestar uno por uno dejás de hacer el dibujo», señala, «la tapa del #6 de Orsai me llevó una semana hacerla, entonces hago lo que puedo, me dedico más a pintar que a contestarle a la gente». El botoncito de «Me gusta», coinciden, es un gran aliado al tratar con los lectores. Una suerte de certificado de lectura que exime de mayor desarrollo. «Es que uno puede ser muy agradecido, pero también se ven comentarios que sin desmerecer… ay, eres lo máximo, ¿qué respondes? No puedes responder nada a ello», zanja la cuestión Montt.

La charla sigue un rato más, toma desvíos y explora nuevos temas. No muchos, porque pronto se hace la hora de las fotos y -sobre todo- de volver al stand para firmar ejemplares. Una última reflexión del chileno queda flotando en la sala de prensa. «Creo que el humor en general no es una intención, es una forma de ver el mundo. Entonces pues sí, hagas lo que hagas va a tener un tono humorístico. Si él fuera chef, su comida tendría un toque humorístico. Es más una mirada que un toque consciente o un ejercicio».

2 comentarios »

  1. Muy buena la entrevista, es divertido leer una especie de detrás de escena de estos blogs que miro siempre….Saludos!

    Comentarios por Klausen — May 14, 2012 @ 12:26 am | Responder

  2. Grande Paio!
    Muy bueno el trabajo de los tres.
    Saludos!

    Comentarios por Caio — May 15, 2012 @ 2:38 pm | Responder


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