Cuadritos, periodismo de historieta

julio 19, 2011

Unas pulsiones para reinventar el mundo

Una novela que reflexiona sobre el conocimiento

Las ganas construyen un mundo. Las hormonas voltean aviones y despiertan cuervos. Algunas ideas sueltas, pero superficiales, que surgen al leer El cuervo que sabía, uno de los tantos relatos que Kwaichang Kráneo publicó semanalmente en el sitio colectivo Historietas Reales y que ahora recopiló en un tomo bien editado el sello cordobés Llanto de Mudo. Pensamientos al azar de un libro con muchas lecturas y de un potencial interpretativo enorme.

El vástago más reciente de la troupe realista no es una autobiografía. Es, más bien, una historia de ciencia ficción. Una muy buena, por cierto. El cuervo… nos presenta a Mono, un homínido. Un homo sapiens que quizás sea el último de su especie, pero que no parece estar muy en sus cabales y «habla sólo». Lo de «sólo» es un decir: en realidad lleva un traje que busca limitar su secreción hormonal para que su cuerpo no se encamine a la pubertad. El mismo traje le inventa una compañía psíquica, como si de una esquizofrenia autoinducida se tratara, Mono charla con Lobo. Su universo es todo lo que puede alcanzar a pie. Y cuando la vida es tan huérfana, eso a donde se llega al paso parece ser todo lo que hay. Hasta que un día cae una nave, Mono va a investigar y de pronto su mundo se multiplica.

Esto convierte una típica aventura post-apocalíptica con algún toque de humor en un relato sobre el conocimiento y, sobre todo, su transmisión y reproducción. Una narración sobre las herencias culturales y el modo en que se rescata el pasado de la especie. Mientras las tecnologías de registro de datos cambian a velocidad sorprendente, que Kráneo tematice esto convierte a su historieta en uno de los relatos más contemporáneos que puedan imaginarse. Y a la vez, el autor nos sugiere que algunos elementos parecen incólumnes y seguirán así por siglos: las ganas de saber más y los impulsos más básicos como alimento fundamental motor creativo. (more…)

noviembre 29, 2009

«Mis personajes están a medio camino con una parte animal»

El entrevistado en la inauguración de su última muestra, junto a Ernán Cirianni y Fabián Zalazar

«Para cuando salió la primera Fierro yo era un pendejo empezando la secundaria y con ganas de ser Moebius, imaginate cómo me pegó esa revista», cuenta Kwaichang Kráneo. El dibujante, que lleva la serie Murmullo en Historietas Reales y los unitarios Patria junto a Federico Reggiani en Fierro, accedió a una jugosa entrevista con Cuadritos en la que habla de su experiencia con el furry y su amor por la ciencia ficción (no desesperéis, en la segunda parte también se ocupa de su experiencia realista y fierrera).

Pese al temprano entusiasmo por la historieta, que había comenzado de muy chico de la mano de Billiken, Anteojito, Columba y Ediciones Record, al terminar la secundaria Kráneo abandonó las viñetas. Quería ser director de cine y viajó a Buenos Aires buscando su grial de celuloide. «Algo que a todas luces no hice», aclara. «Abandoné porque me pareció que no estaba ahí la cosa, había descubierto que la realidad circundante podía ser igual o más fantástica que los vampiros espaciales, los cambios adolescentes me mostraron un mundo mucho más ancho de lo que yo había sospechado y la historieta quedó como un fósil de la infancia y la adolescencia temprana». Pasó, como tantos otros de sus colegas, por el diseño y «el farsesco mundo de la publicidad». Retomó en 2001, con el tiempo libre merced a la desocupación, «por las minitas que dibujaban Adam Hughes y Scott Campbell» y por Matrix, la película. «Empecé a pensar que podía juntar en la historieta varias inquietudes», explica.

«Además, conseguí un trabajo dibujando porno para webcomics yanquis», revela. «Corriendo el riesgo de ser sacado de contexto te puedo decir que la industria del porno te da un entrenamiento envidiable», comenta, «en el 2001, cuando los argentinos nos sentíamos en un mundo post apocaliptico en versión ramplona y nada épica, el porno me completaba el sueldo y me obligaba a dibujar semanalmente un número establecido de páginas». El porno paga, asegura, y la «especialidad» que siguieron sus lápices (el furry porno) aún más. «Dibujé cientos de animalitos folgándose, creo que abandoné cuando se agotaron las especies dibujables, porque quedaban sin representar los caracoles y las amebas». (more…)

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