Rovella: «Antes ponía choclos de texto enormes, ahora casi todo lo que hago es mudo»

Rovella "sostiene" un "Nine" durante la última Feria del Libro

Durante 2009, Javier Rovella fue casi un alquimista de la historieta local. Estuvo en su estudio pergeñando los proyectos que, uno tras otro, se harán públicos este año. Toda su actividad pública se limitaba a algún paseo por las convenciones comiqueras y a las clases que aún brinda en S.I.C.A. (Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina), en la E.A.H. (Escuela Argentina de Historieta) y en la Alianza Francesa. Pero en 2010 explotó, y como si su personaje Dante Elefante se lanzara a la carrera, Rovella avanza a paso fuerte con varios proyectos.

El primero en concretarse fue Primogénita, su exposición individual que todavía puede disfrutarse en el Espacio Historieta del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930, Capital Federal), pero a lomos del elefante también cabalgan varios libros. «Recién ahora empieza a verse todo lo que hice el año pasado», señala Rovella. La muestra en el paseo cultural porteño, por ejemplo, la venía planeando desde hacía dos años. «Pero recién a fines del año pasado me confirmaron la fecha», explica. Una circunstancia personal inesperada, el inminente nacimiento de su primera hija, definió el título que recibe a los visitantes. «Coincidió eso con esta, que es mi primera exposición personal, porque yo ya había estado tres veces en el Recoleta como parte de un grupo», explica el dibujante.

La elección del material también estuvo influenciada por los potenciales visitantes. «Tengo un montón de historieta realista hecha, porque también hago cómic erótico para la revista Kiss, pero quería mostrar más mis últimos trabajos, que apuntan más a los chicos, o a todo público, así que preferí centrarme en ellos y hacer una muestra ATP», comenta. Las obras en exposición corresponden a sus tres personajes principales de los últimos años: Dante Elefante, publicado en Francia y Argentina, Niko & Miko (dos astronautas), y Ferréopolis.

La muestra en el Recoleta es ideal para llevar a pasear por Plaza Francia y alrededores a los niños

El primero salió mucho tiempo en la revista francesa Spirou, y aquí fue recopilado parcialmente por Domus en su colección Aventuras Dibujadas. Durante la Feria del Libro Infantil y Juvenil (en julio), Ediciones de la Flor lanzará una nueva recopilación del elefante celeste. Niko & Miko, en tanto, también está pronto a ver la luz en un libro que publicará la flamante editorial Comiks Debris. Finalmente, la segunda parte de Ferréopolis está en carpeta, esperando que algún editor tome coraje.

La exposición no sólo resulta una buena excusa para el encuentro con Cuadritos, también es ocasión para que este dibujante de 34 años eche una mirada a sus primeros días como historietista y observe su recorrido. «¡No aprendí un carajo!», ríe y mira con cariño los prendedores de Dante Elefante hechos especialmente para el día de la inauguración. «El medio -se pone algo más serio- me fue llevando por distintos lados, pero si veo lo primero que hice, creo que tiene puntos en común con lo que hago ahora, aunque sea al mismo tiempo muy distinto».

En común, la vocación por hacer una historieta que lleve un mensaje, que no sea simplemente pasatista. Diferente, todo un mundo de estilos en narración gráfica. «Antes ponía choclos de texto enormes porque quería contar todo y pensaba que hacer guión era escribir mucho», comenta, «ahora casi todo lo que hago es mudo, me siento mucho más cómodo con las imagenes, con mostrar y contar con ellas».

Komics Debris se dará a conocer con dos libros, uno de ellos Niko & Miko

Tanto Dante Elefante como Niko & Miko son historietas sin texto. En esta última historia, por ejemplo, los dos astronautas caen en un planeta donde los «redondos» están en guerra civil con «los cuadrados» y cada personaje debe tomar partido. «Era algo que quizás hacía también, contar historias sociales, de marginados, pero lo hacía como diciendo ‘mirá lo que estoy contando’, y quedaba muy notorio, muy obvio», reconoce, «ahora hago historieta de aventuras en las que pasan cosas y te quiero dejar algo, pero lo toma el que quiere».

Desde los doce se recuerda dibujando. A los 18 empezó a publicar un fanzine junto a Julio Azamor y Salvador Sanz, con quien suele vérselo charlando en las convenciones. «Desde ahí nunca paré de hacer historieta, pasa que no siempre se ve mi trabajo, porque también hice publicidad y animación», explica. Sus lápices ayudaron a llevar al cine films como Patoruzito, Isidoro, Boogie y hasta Gaturro, de próxima aparición. «Lo que mucha gente del medio no sabe es que también fui actor», confiesa nuevamente entre risas, ante la sorpresa del cronista. Y se manda al frente sólo, contando su aparición en Buenos vecinos, con Moria Casán y Hugo Arana, y su año haciendo caricaturas para Berugo Carámbula hasta que, de tanto porfiarle, consiguió que le diera pequeños papeles en sus sketchs televisivos. «Es lo que nadie sabía de mí hasta ahora», asegura pícaro.

Los años, sin embargo, lo afianzaron en la vocación de la historieta. Tanto que hasta es miembro honorario del movimiento Banda dibujada, por su intensa labor docente y su pasión por la historieta para chicos, o «apta para todo público». Con el grupo, además, hay coincidencias filosóficas en torno a la producción de viñetas pensadas en los niños. Aunque Rovella señala que «no es que haga historieta para chicos, hago la historieta que a mí me gustaría leer».