Un mundo de copitas

"No dibujar es rescindir el placer", afirma Paio

Pide disculpas por el desorden e invita a sentarte «dónde puedas». Paio Zuloaga está de mudanza. No porque su blog haya cumplido tres años con una «fiesta» a todo trapo de colegas invitados. Sencillamente, traslada sus bártulos a otro departamento y otro estudio en el que vivir y trabajar más tranquilo. Cada día una copita festejó un aniversario, pero también el reconocimiento de los colegas dibujantes. Saludos que se suman a los de decenas de lectores de a pie, que cada jornada se beben un trago de tintas y acuarelas con los que el dibujante da vida a lunas, sirenas, mamushkas, miradas y conejos en galeras. Mientras sueña con llevar la producción a una edición concreta en papel encuadernado, Zuloaga repasó con Cuadritos el recorrido de su sitio y reflexionó sobre su lugar en el (nuevo) humor gráfico argentino.

Consultado por los orígenes de su sitio, cuenta que empezó el blog sencillamente porque quería comenzar uno. «Y que tuviera sentido», aclara. Los papeles sueltos que dibujaba, los poemas y textos breves que escribía encontraron su lugar de a una entrega por día: una copita «de humor o lo que fuese». Empezó subiendo novedades los siete días de la semana, pero al tiempo se quedó con un horario «de oficina»: de lunes a viernes posteaba y los fines de semana descansaba, el ritmo que actualmente impera en el sitio. «Es que empecé sin saber qué iba a poder lograr», señala, «y estuve así un año».

La clave para el crecimiento del sitio, asegura, fue tomárselo «como un trabajo». Por eso le ofrendó varias horas de cada día. «Le dediqué un tiempo creativo, después sentarme y dibujar, y cuando te dedicás así empezás a agarrar el ritmo, te empieza a andar el auto», compara y recuerda que al comienzo «era una cuestión de crisis, de búsqueda, de tratar de encontrar algo».

Aunque ya había estudiado dibujo con Garaycochea, fue a partir del blog que Zuloaga construyó su propio oficio, ajustando sus búsquedas estéticas, fortaleciendo recursos gráficos y deshaciéndose de los que no lo ayudaban a expresarse. Incluso hasta dejó de publicar los textos que acompañaban sus primeros dibujos. «Primero quería tener una búsqueda, un estilo, o lo que fuese, pero después capaz empecé aencontra que menos era más», analiza, «y si bien no hago humor mudo como el amigo (Gervasio) Troche, que es genial, bueno: a veces con el mínimo de palabras uno logra más».

La luna es eterno testigo de cuanto sucede en el universo de Cada día una copita

– ¿Por eso también apelás al asterisco en lugar de los diálogos?

– No, lo del asterisco funciona sólo como una frase de alguien. Me gustó el recurso para no llenar de ruido la imagen y usar un recurso gráfico, que sea un toque personal. Que el globo no fuese un globo, sino un asterisquito que lleva hacia abajo. Vengo del diseño gráfico y me parece que traje un poco de esto de ahí.

– A veces el diseño gráfico se ve sobrecargado de información, pero en sus dibujos hay mucha limpieza, ¿qué trajiste de una disciplina a la otra?

– Pasa que yo en diseño me dedicaba a dirección de arte. Cuando hacés dirección de arte te basás en otra estética, que es la de la publicidad, más que en la de la gráfica, que como vos decís es la que tiene un montón de cosas. En publicidad presentás la idea o concepto, y si lo necesita , la frase o marca. Es mucho más directo y limpio. Primero buscás la limpieza. Después siempre alguno se encarga de llenarte: agregale esto, aquello, que diga tal cosa. Pero la idea tiene que ser fuerte y el texto acompaña. Ahí es donde yo hago el ancla en el dibujo. Que la idea sea. A veces el dibujo está bien, otras más o menos, pero necesito que la idea esté buena. Y siempre trato que se complementen imagen y palabra.

– ¿Y a la inversa? ¿Cada día una copita permeó tu trabajo como diseñador?

– Lo que pasa que en el proceso en que empiezo a generar esto, mi carrera como ilustrador, dejo la publicidad. Sigo involucrado con el diseño, pero un diseño más informativo, más duro. Entonces convivo con esa parte del diseño y con esto que me permite hacer lo que yo quiero. Pivoteo en el aire, digamos. Volviendo a lo anterior, yo noto el asterisco como un recurso gráfico. Agarré un signo y traté de hacerlo mío, o parte de mis recursos. Pero no siempre las ilustraciones llevan el asterisco. A veces creo que la imagen no es para asterisco y tiro un globo, pero no tengo un método. Es más bien intuitivo y depende de cómo quiero que el lector se involucre con la imagen o si me gusta mucho algún dibujo en particular y quiero que esté limpio.

El nuevo humor gráfico y la iconografía de Paio

Una idea y el texto indispensable, la base de su estilo

En los últimos años apareció un «nuevo humor gráfico» en la escena nacional. Uno dedicado menos al chiste y más a la sensación, o a la idea, menos preocupado por el remate humorístico y más por el sentido. Zuloaga se reconoce profundamente influenciado por el trabajo de Liniers. «No tengo la experiencia del chiste con remate, no hago la secuencia tradicional de cuadrito-cuadrito-remate, o como hace Kioskerman, que te cierra una idea aunque no haya chiste», explica y destaca que el creador de Macanudo es decisivo en su actitud ante el tablero ya que habilitó el que «todo es dibujable, no tiene por qué ser un chiste, es una búsqueda de una catársis de cada uno». Pese a todo, el entrevistado no se ve metido de lleno en el nuevo humor gráfico, sino en un espacio a medio camino entre este y las corrientes más tradicionales. «No me anclo», sostiene y apunta que «a veces sí» tiene el remate al final.

«Cuando arranqué con esto tampoco sabía qué iba a hacer», recuerda, «el diálogo entre dos personas tampoco me sale, pero a veces salen cosas de chistes con remate, porque consumo eso y lo consumí siempre». La disyuntiva en torno al estatuto humorístico de esta nueva corriente lo tiene muy sin cuidado. «Estoy en un código del humor gráfico en que uno construye su camino, para mí es humor gráfico, y podés decirme que de humor no tiene nada, pero para mí sí».

Los habitués de Cada día… ya están familiarizados con una extensa iconografía de personajes sin nombre, desde la mismísima luna hasta dos ignotos conejos que se ocultan en la galera de un mago y desde sirenas hasta muñecas rusas, el universo que propone Zuloaga tiene habitantes de lo más diversos que, afirma, fueron apareciendo a medida que transitaba su búsqueda estilística. «Animales usé siempre, porque me parece que te permite jugar mucho más con lo que le pasa a uno o a otra persona, pero sin dibujarla», comenta, «lo mismo los conejitos, o el entorno del circo».

Las sirenas, el amor utópico

Por eso, considera, deja que los personajes y situaciones fluyan y «que ellos mismos se vayan generando». Las mamushkas, por ejemplo, aparecieron un día de repente. «No sabía que iba a volver a dibujarlas al otro día, pero las fui encontrando en distintas situaciones para hablar de la familia, de la mamá», dice. Sobre los conejos, acota que «son como unos vagos que tratan de pasarla entre ellos lo mejor posible, pero que ni siquiera se respetan». Sirenas y remeros aparecen inevitablemente a la hora de hablar del amor más utópico, lo mismo que las «miradas que se enredan». Un día, cuenta, dibujó uno y empezó a ver cruzas de miradas en todos lados. «Seguí dibujándolas, después paré porque me pareció que eran demasiadas, pero vuelven».

La luna es otro de esos elementos centrales de su obra, que le gustaría ver en papel. «La luna es otro compromiso, es alguien a quien confesarle los secretos», analiza, «por lo general la dibujo sin boca y es la gran testigo de todo: desde las mentiras y el amor hasta las promesas».

– ¿Qué pasa cuándo no tenés ideas?

– Entro en crisis. Pero me pasa desde hace tres años. A la semana quería largar todo. Y al año también, dije “ya está, la verdad es que no la pasé tan bien”. Tuve momentos de mucha crisis y falta de ideas, aunque la pasaba muy bien dibujando. Hasta que dije “está buena esta carrera” y aprendí a convivir con las crisis. En realidad, lo llamo crisis pero es laburo. Es sentarse y trabajar para que la idea salga. Tampoco soy un tipo que va tirando ideas todo el tiempo, una tras otra. Yo venía del ejercicio de la publicidad que es estar todo el tiempo pensando cosas. Me han dicho que aflojara, que publique menos, tres veces por semana, no sé. Pero no. Porque no dibujar es rescindir el placer.