Eso, al menos, asegura Ignacio Minaverry en la entrevista que el colega Facundo Gari le realizó para Página/12, a propósito de la inauguración de la muestra Documento(s), como parte de las actividades de la Gran semana suelta de viñetas, en la galería La Dársena (Mario Bravo 298, Capital Federal, hoy a las 19).
En el reportaje, el dibujante afirma, entre otras cosas, que «para ser publicitario hay que asumir que las personas son estúpidas», y confiesa que en una época iba con un block de notas a las librerías para copiarse las fotos de los libros caros que no podía comprar.
Azul Blaseotto acompaña el artículo con una columna de opinión.
“Es más entretenido dibujar chicas”
Entre sus “Diez estrategias de manipulación mediática”, Noam Chomsky ubica la de “dirigirse al público como si fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental” y se refiere a la capacidad ecléctica de la publicidad para “adoptar un tono infantilizante”. Ignacio Minaverry, historietista de Flores que desde hoy y hasta el 22 de octubre expondrá junto a Azul Blaseotto, Miguel Det (Perú), Pat Masioni/Eyoum Ngangué (España), Luis Rosell (Perú) y Andreas Siekmann (Alemania) en la muestra Documento(s): dimensiones de lo real en la historieta –en el flamante espacio cultural La Dársena, Mario Bravo 298, y en el marco del octavo día del Festival Internacional Viñetas Sueltas– recogió de su breve experiencia como aprendiz del rubro destinado a fomentar actos de consumo la misma reflexión: “Para ser publicitario hay que asumir que las personas son estúpidas”, zanja. “Una publicidad tiene que ser fácil como leer la revista Viva, pensada para una persona que lee pero que no tiene ganas de hacerlo, sólo de enterarse de la vida de José Saramago sin esforzarse mucho, entre notas de Beatriz Sarlo y Valeria Ma-zza”, amplía el creador de la saga de Dora, espía circunstancial que arriba a la Buenos Aires circa ’60 con la intención de cazar nazis.
El palito a la publicación de Clarín no es gratiuito. La charla es un día antes de la multitudinaria marcha a Tribunales a favor de la ley de medios y el dibujante se perfila sin titubeos como kirchnerista y peronista. Cuenta que “cuando fue lo de la 125” se identificó con el gobierno de Cristina Fernández porque no había manera de que se pusiera “del lado de la Sociedad Rural” y que su afinidad con la ideología cuya máxima figura es Juan Domingo Perón llegó cuando siguió los pasos que rigen su profesión: para 2004, cuando ideó la historia de Ratline, Minaverry ya había realizado un trabajo sobre la Segunda Guerra y desde esa práctica fue suyo el “placer” por investigar detalles de época, en forma y contenido. “Empecé fijándome en cómo eran los aviones y la vestimenta, y ahí me picó el bicho. Me empezó a gustar la cosa detectivesca, investigar para dibujar. Aunque aún invento un montón, se me hace más fácil con información”, explica. (Seguir leyendo)