Mea culpa de un chico Larp

Aunque no da precisiones de ventas, Reyna acusa tiradas de 4 a 10 mil ejemplares para sus títulos

¿Por qué tanta irregularidad entre edición y edición? Fito Reyna escucha la pregunta y se concentra. Es viernes, hace calor y en el predio del Centro Municipal de Exposiciones, falta aún media hora para que Animate 2010 abra sus puertas. El espacio con mesas y sillas de plástico está calmo, y todavía no se escucha el fragor de una apertura de animé con la que luego insistirán desde un stand próximo. «Por un número bastante grande de razones, no siempre las mismas, siendo la más importante de ellas nuestra falta de experiencia», se sincera finalmente el ideolólogo de Larp, la editorial que hace exactamente dos años sacudía el mercado nacional del manga entrando al ruedo para disputarle a Ivrea su predominio.

«Aprendimos muchas cosas sobre la marcha», reconoce desde su barbita a lo Gendo Ikari aunque asegura que desde sus primeros pasos hasta el presente mejoraron en muchos aspectos. «En ocasiones -se defiende- no tenemos ninguna influencia. El caso más claro es la serie Monster, cuyo primer número sacamos para la Feria del Libro y estando listos para sacar el resto, el autor se enculó y dijo que no le gustaban cómo estaban las tapas de los siguientes números». Ocho meses más tarde, recién ahora está saliendo a la venta el segundo tomo de Naoki Urasawa. Por otro lado, admite, a veces los parates son resultado de falta de coordinación en su esquema de producción.

Desde la Feria del Libro, en abril-mayo, apenas publicaron dos nuevos números de cada una de sus series principales (Naruto, One Piece, Death Note). Un rendimiento que el mismo Reyna califica de «menos que satisfactorio». Para compensarlo, afirma que acelararon «todo lo que se podía acelerar» y que han sumado capitales a la empresa para incrementar el ritmo de producción. «El golpe del último año nos pegó de una u otro manera, y ahora nos estabilizamos».

«Lo ideal sería sacar algunos títulos mensuales, como Naruto, Inu Yasha, y One Piece, y otros bimestrales, como Death Note y Monster«, especula, aunque señala que el plan editorial para el 2011 supone sacar las series no cada 30, sino cada 45 días. «Esto debería entrar en efecto a partir de enero o febrero del año que viene».

Una de sus series más populares, también la más demorada

– Una de las críticas más habituales de sus lectores es la escasa o nula respuesta a sus inquietudes. Les costó muchísimo mantener una buena política de contacto con ellos. ¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo consiguieron tener tantas dificultades?

– (Sonríe un poco y asiente resignado, antes de responder). Vuelve a todo lo demás: falta de experiencia, por un lado. Por otro, hemos tratado de mantener Larp lo más eficiente posible. Como tal, virtualmente no tenemos empleados. Somos tres haciendo todo. Y hacíamos lo que podemos. Ahora estamos tratando de abrirnos un poco pero es lento, porque aprendemos sobre la marcha. No hay excusas, sólo razones.

– Es llamativo apelar a la falta de experiencia para una editorial que consiguió tantos títulos importantes en poco tiempo. ¿Cómo surge Larp? ¿De dónde vienen sus integrantes?

– Larp surge no hace dos años sino hace casi cinco. Yo estaba trabajando con mi padre, que tiene su propia editorial (NdR: Catapulta, con material para niños) y era muy fan del manga y animé.  En aquella época sólo estaba Ivrea y compraba ese material. Pero me daba cuenta que había un espacio muy grande para expandirse en ese rubro. En el manga específicamente, y en la historieta en general también. Me parecía a mí que había una oportunidad para poder expandir el mercado y tal vez llevar esos títulos de manga -que son franquicias mundiales con merchandising, series de televisión, muñequitos en McDonalds- a un mercado más amplio, más masivo. Y detrás de eso también meter al resto de la industria de historieta nacional, que sería un objetivo a largo, largo plazo.

– ¿Es decir que a largo plazo planean sacar historieta argentina?

– Yo, a muy largo plazo, planeo sacar lo que pueda sacar y lo que se pueda vender. En este momento estamos sacando manga, pero estoy completamente abierto a la posibilidad de editar material nacional. Es algo que, personalmente y no hablando como “Larp”, me encantaría poder hacer. Pero es algo para lo que todavía necesitamos mucha más experiencia y una base más amplia. Un conocimiento más íntimo del mercado y sus posibilidades.

Naruto es uno de los motores de la editorial

– ¿Sus socios?

– Los conozco hace muchos años. Uno es un amigo de la infancia, otro del secundario. Los llamé por que, primero, sólo no llego ni a la esquina. Yo soy el más salame de los tres. Nicolás González es un genio administrativo. Sin él no se mueve Larp. Logré convencerlo de que se asocie conmigo y formar la editorial, lo cuál para mí es un logro increíble, porque sino estaría de CEO en alguna empresa gigantesca ganando miles de millones de dólares. Y Juan (Suzanne) es un amigo que no podría ponerlo en palabras. Tiene una cualidad muy especial, una especie de neutralidad. Juan, entre mi caos y el orden de Nico, es el medio. Esa es, personalmente, lo que para mí aporta más a la empresa. Después, él se preocupa por la producción de los libros. Está en contacto constante con nuestro traductor, el diseñador y la imprenta. Es el que se encarga de todo eso. Pero lo más importante es que nos mantiene en calma.

– El modelo de negocios de las comiquerías está en crisis. El caso más notable fue la caída de Camelot, ¿cómo los afectó?

– De la caída de Camelot nosotros zafamos, ya que no estábamos con un negocio directo con ellos. Así que no nos afectó directamente.

– ¿E indirectamente?

– Honestamente no sabría muy bien cómo contestar, porque en realidad uno tendría que poder ver el cuadro más grande con el tema de las comiquerías, y con ellas específicamente no tratamos. No le vendemos directamente a ninguna.

– La caída de Camelot, sin embargo, pegó duro a algunos distribuidores a los que el negocio les debía dinero. ¿Eso los afectó de algún modo?

– No me es del todo posible divinar qué tanto nos pudo haber afectado el cierre de Camelot indirectamente; presuponemos en LARP que tuvo efecto palpable.

La caída de Camelot supuso un duro golpe para el sector

– Siguiendo con estas dificultades del modelo de negocios de las comiquerías, pero atendiendo la importante distribución en kioscos que tienen, ¿en qué punto de venta son más fuertes?

– Vendemos un poco más en comiquerías. La venta inicial es más o menos equitativa. El tema es que en kioscos tardamos unos tres meses en ver resultados y en las comiquerías tenemos la reposición del material, que eventualmente siempre levanta las ventas. Pero en la salida inicial están muy parejos.

– Se habla mucho del espacio ganado en las librerías. ¿Cuál es la experiencia de Larp en ese sentido?

– Habíamos empezado y nos iba muy muy bien. Primero con la cadena Yenny, luego salimos con Cúspide y ahora estamos trabajando con otro distribuidor para librerías del interior, que no son cadenas. Y con ellos nos anda muy bien la cosa. Ahora estamos teniendo un ligero problema con Yenny porque cerraron su depósito y pretenden que nosotros nos comamos los costos de distribución a todas sus sucursales, y cuando nos piden 30 libros para Trelew nos cuesta más mandarle los libros que otra cosa. Así que ahí estamos renegociando los términos para poder seguir ahí. Pero antes de eso veníamos vendiendo constante y bien, sin ninguna queja. Con Cúspide también, si bien es una cadena más pequeña, claro.

Faltan instantes para que abran las puertas del festival que clausura el cronograma de eventos importantes del año. Desde los stands de pins y posters ya empieza a subir la música de bandas de sonido, bien al palo. Suena el teléfono y Reyna atiende a la imprenta, que promete tener al menos algunas cajas de libros para esa misma tarde. Luego, el editor camina hasta la ligustrina que separa el C.M.E. de la Facultad de Derecho. A treinta pasos, una cola de 200 metros espera al sol. Un montón de chicos que, más tarde, preguntarán dónde está el tomo 2 de Monster.