Muchas veces en este sitio se señala cómo los humoristas gráficos tienden a limpiar de detalles accesorios sus viñetas. En la medida de lo posible, menos es más a la hora de transmitir bien rápido una idea rápida, sencilla y, sobre todo, graciosa. Dos líneas de diálogo pueden, en esos casos, ser más importantes que paneles de construcción compleja. Nicolás Sánchez Brondo (o Nicolás Brondo, a secas) no hace ningún caso a esta perspectiva y, sin embargo, consigue de igual manera un solidísimo libro de historieta humorística con El maravilloso pequeño gran mundo de Raúl Estádler.
Si esto es así, será porque antes que humorista gráfico, Brondo es dibujante. Y un gran dibujante, para quienes siguen las publicaciones de la editorial cordobesa Llanto de Mudo y leyeron sus páginas en El ascensorista o Séptimo círculo. En El maravilloso pequeño… (título más largo que el libro, se diría), el autor presenta a un personajes irascible que detesta todos los grandes tópicos de la historieta contemporánea e, incluso, a la historieta misma. Y uno creería que Raúl Estádler es un alter ego del propio Brondo si no fuese porque es fácil intuir el cariño que el cordobés siente por aquellos a los que menciona (incluso sus guionistas).
Raúl Estádler incluso detesta el hecho mismo de ser dibujante, pero vamos, evidentemente tiene una tara, una compulsión o un amor negado que le impide hacer otra cosa más que dibujar esas historietas que detesta, que recibir un premio Eisner de la mano de Grant Morrison y que negarse a una tarde de sexo con su novia porque le quedan «40 páginas por dibujar para la editorial Culumba» (sic). Es que, aunque reniegue, su vida está junto al tablero de dibujo. (more…)